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Actualizado: 24 de junio de 2025
Eran los espejismos del desierto que por sus formas variables é inesperadas llamaban la atención harta de los hijos del país, acostumbrados á toda clase de ilusiones ópticas. En el último término de la gigantesca cortadura abierta por el río, casi al ras de la línea del horizonte, se deslizaba un largo gusano negro con una pequeña vedija de algodón en la cabeza.
Creyendo adivinar Ricardo lo que pensaba el pequeño, así que hubo pasado la alambrada de la estancia se dirigió hacia el rancho de Manos Duras, que muchas veces había visto de lejos. Lleva mal rumbo, patroncito dijo Cachafaz. Y señalando lo más alto de la cortadura que daba sobre el río por la parte de la Pampa, añadió: Vamos para allá, al rancho de la India Muerta.
La cortadura estaba en la segunda falange del dedo, y el tafetán no podía sujetarse. Se le colocaba de nuevo, tratando de darle consistencia, y al menor movimiento se desprendía otra vez. Pero, caballero, estése usted quieto, y sobre todo no doble usted el dedo. Pero, señoras, eso es fácil de decir... hacerlo ya es diferente.
A enorme altura existían algunas mesetas cubiertas de verde, y tras de ellas volvía a elevarse el peñón en su cortadura vertical, hasta llegar a la cumbre, aguda como un dedo. Algunos cazadores habían escalado una parte de esta ciudadela, aprovechando como senderos las aristas entrantes de la piedra para llegar de este modo a las primeras mesetas.
Desde tal día, el servicio en la Cortadura y en Matagorda me entretuvo algún tiempo, y no me fueron posibles aquellas visitas, ya tristísimas, ya alegres, que hacía a Cádiz; pero al fin, como el asedio no era penoso, disfruté de algún vagar, y un día púseme en camino de la calle Ancha, con intento de resolver allí qué dirección tomar.
Dicho sea de paso, ninguno se ha propuesto poner en claro cuál fue la cuna de tan ilustres varones; pero si tal hubiese sucedido, nada habría sacado en limpio, pues, llegando la indagación a ciertas épocas, se para como ante muro de piedra o cortadura de monte, sin que se pueda averiguar lo que hay de cierto sobre que el primer Tumbaga fuese uno de los que acompañaron a Túbal en su venida a España.
Y ya se disponían a volver en dirección a la cortadura, cuando, de repente, un confuso ruido de palabras se oyó zumbar en el aire. Marcos apagó la linterna, y ambos quedaron sumidos en la obscuridad. Alguien va por ahí arriba dijo el contrabandista en voz muy baja . ¿Quién será el que se ha aventurado a trepar al Falkenstein con este tiempo de nieves?
El día era hermoso, claro y alegre cual de Andalucía, y recorrí con otros compañeros, que hacia el mismo punto si no con igual objeto caminaban, el largo istmo que sirve para que el continente no tenga la desdicha de estar separado de Cádiz; examinamos al paso las obras admirables de Torregorda, la Cortadura y Puntales, charlamos con los frailes y personas graves que trabajaban en las fortificaciones; disputamos sobre si se percibían claramente o no las posiciones de los franceses al otro lado de la bahía; echamos unas cañas en el figón de Poenco, junto a la Puerta de Tierra, y finalmente, nos separamos en la plaza de San Juan de Dios, para marchar cada cual a su destino.
Los mendigos abandonaron sus puestos corriendo hacia la Cortadura que se inundó de mancos, cojos y lisiados, ganosos de recoger abundante cosecha de limosnas entre la mucha gente, y enseñando sus llagas, no pedían en nombre de Dios y la caridad, sino de aquella otra deidad nueva y santa y sublime, diciendo: ¡Por las Cortes, por las Cortes!
La madera era dura, el cortaplumas estaba muy afilado, y, en un movimiento un poco brusco, la hoja resbaló sobre la materia que cortaba y produjo a Enrique una cortadura bastante grande en un dedo de la mano izquierda. Cecilia lanzó un grito y se puso intensamente pálida. Un momento después se echó a reír. La herida era insignificante, aunque sangraba en abundancia.
Palabra del Dia
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