United States or Rwanda ? Vote for the TOP Country of the Week !


Te viste en un fuerte compromiso. Empezaba yo a rodar por el mundo... Y rodando, rodando, caíste en una tentación... Y como servía usted en casa grande, yo calculé y dije: 'Pues esta, si quiere, podrá sacarme'. Te llegaste a con mucho miedo... lo que pasa... no querías levantarte el faldón, y que yo te dejara destapada. Pero usted me tapó... ¡Cuánto se lo agradecí, Benina!

En tan crítica situación me hallaba con el manuscrito en las manos, la boca abierta, los ojos asombrados, indeciso el magín y agitado el pecho, cuando vino á sacarme de mi estupor y á cortar el hilo de mis dudas la voz del cuarto de los personajes que el jurado componían.

En dos horas ha habido tiempo para que se cometa el crimen. Pero ¡ah! Dios sin duda me ha traído aquí cerca del padre Aliaga, que puede impedir el crimen, que yo le revelaré bajo secreto de confesión, y que tiene mucho ingenio y sabrá sacarme del paso sin comprometerme; y no hay que perder tiempo: ¡no, Dios mío, no!

¡Ah, la inocencia! La libertad... y luego mi anhelo de salir de aquella cabaña... las solicitudes de los marineros... todos me prometían sacarme de allí... yo ansiaba ser más... los creía... y todos me dejaban. ¡Oh! Un día, señor, fondeó en la caleta, que estaba delante de la choza de mis padres, un barco de rey.

La carta decía lo siguiente, en una magnífica letra inglesa de colegio: «Muy señor mío: Habiendo sido severamente castigada por la superiora, hasta privarme por cinco días de toda comunicación con mis hermanas y con las educandas, después de rogarlo con muchas lágrimas, me han dicho que la razón del castigo era que un joven cuyas señas coinciden con las de usted se había presentado al P. Sabino diciendo que era mi novio y que venía a sacarme del convento.

Me afeó el préstamo aceptado de Lea y puso cuanto tenía á mi disposición, pero no era bastante para sacarme del apuro. Se ofreció amistosamente á servirme de intermediario para anunciar á Lea mi viaje y me hizo observar que acaso fuese peligroso enterarla del país á que me dirigía. Me acompañó á mi casa, me ayudó á terminar mis preparativos y me acompañó á la estación.

Y el gigante comía y comía, y Meñique no se quedaba atrás, sólo que no echaba en la boca las coles, y las zanahorias, y los nabos, y los pedazos del buey, sino en el gran saco de cuero. ¡Uf! ¡ya no puedo comer más! dijo el gigante; tengo que sacarme un botón del chaleco. Pues mírame a , gigante infeliz dijo Meñique, y se echó una col entera en el saco.

Estaba Cardenio entonces en su entero juicio, libre de aquel furioso accidente que tan a menudo le sacaba de mismo; y así, viendo a los dos en traje tan no usado de los que por aquellas soledades andaban, no dejó de admirarse algún tanto, y más cuando oyó que le habían hablado en su negocio como en cosa sabida -porque las razones que el cura le dijo así lo dieron a entender-; y así, respondió desta manera: -Bien veo yo, señores, quienquiera que seáis, que el cielo, que tiene cuidado de socorrer a los buenos, y aun a los malos muchas veces, sin yo merecerlo, me envía, en estos tan remotos y apartados lugares del trato común de las gentes, algunas personas que, poniéndome delante de los ojos con vivas y varias razones cuán sin ella ando en hacer la vida que hago, han procurado sacarme désta a mejor parte; pero, como no saben que yo que en saliendo deste daño he de caer en otro mayor, quizá me deben de tener por hombre de flacos discursos, y aun, lo que peor sería, por de ningún juicio.

123 Pero ahi me puede quedar pegao pa siempre al horcón, ya era casi la oración y ninguno me llamaba; la cosa se me ñublaba y me dentró comezón. 124 Pa sacarme el entripao vi al mayor, y lo fi a hablar; yo me lo empecé a atracar, y como con poca gana le dije: tal vez mañana acabarán de pagar. 125 ¡Que mañana ni otro día!, Al punto me contestó: la paga ya se acabó; ¡siempre has de ser animal!

Un ser maltratado por la naturaleza, horrible, una especie de cosa sin forma y sin nombre, no había parado hasta sacarme de un lance apurado, y yo, hombre lleno de altivez, dotado de cierta razón por la naturaleza, y llegado por ella al sentimiento de la responsabilidad moral, había dejado mil veces, sin hacerles advertencia alguna, meterse á otros hombres, hasta á los que llamaba amigos, en pasos bastante más terribles que el desfiladero de una montaña.