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»Decís que ya no hay soldados que peleen, y que ningún Capitán se os viene á ofrecer de querer salir á los enemigos, porque no hay alguno que tenga valor y ánimo para ello, y que echáis en más cargo al Rey en guardarle esta fuerza con tan ruín gente, que Antonio de Leyva en guardarle á Pavia y Milán con tanto buen soldado como tenía.

D. Sancho de Leyva, que tenía á bordo un excelente práctico moro, abordó la primera de las naos; á la otra llegaron Scipión Doria y Gil de Andrada con sus respectivas galeras, hallando que dichas naos, que eran de Alejandría, cargadas de mercancías, estaban abandonadas.

Cuatro veces rechazó el abordaje de las enemigas, castigándolas , y hubo al fin de sucumbir al número. Aparte esta defensa y el voto marinero de combatir á la armada turca bien al ancla, bien á la vela, combinadas las galeras con las naves, decisión que hubiera producido muy distinto resultado, las más de las relaciones atribuyen á D. Sancho de Leyva mucha parte del fracaso.

Paresciéndome que en el medio que llegaría la nueva orden de V. M. yo podría ir á Nápoles y Sicilia á entender de los Virreyes de aquellos reinos, del de Nápoles, si era su voluntad dar la gente, y del de Sicilia, para saber dél lo que mandaba, vista la dificultad que el Duque de Sessa ponía en dar la suya, y así lo puse por obra y fuí á Nápoles, adonde hallé á D. Sancho de Leyva y al Comendador Caldes, que había ido de parte del Duque de Medina á solicitar la ida de la infantería y á pedir cierta artillería, municiones é vituallas, y habiendo tratado algunas cosas en este particular, él me respondió que daría la gente, que no la diese el Duque de Sessa, y con una galera que me mandó de las del dicho D. Sancho, pasé luego en Sicilia, y hallé que el Duque de Medina Cely, Visorrey della, y á quien se había cometido la dicha empresa, tenía ya hechos muchos aparatos para ella, así de vituallas, artillerías y municiones, como fletado muchas naves para que sirviesen en ella, y me había despachado un correo para que con la infantería española que había de llevar de Lombardía llevase asimismo dos mil y quinientos italianos y procurase recoger dos mil alemanes de los que entonces se licenciaban y los llevase también, el cual despacho no me halló en Milán ni topó en el camino, por haberle hecho yo por mar.

Á D. Sancho de Leyva, General de las galeras de Nápoles, escribió mandándole que llegados en Berbería saliese en tierra con el Duque, y en el progreso de las cosas de guerra le aconsejase, como prudente, todo lo que hobiese de cumplir, y al Duque escribió que no hiciese cosa sin dar parte á D. Sancho.

Estas palabras hicieron mucha impresión en el almirante, hasta el extremo de interrumpir la traducción de mis palabras por el intérprete señor Leyva, y me interpeló diciendo: ¿Porqué ha revelado V. nuestro secreto? ¿Quiere decir que V. no cumple con mi consigna y el silencio ofrecido? Le contesté que ninguna revelación había hecho del secreto referente á él y al Cónsul.

De las que tomaron el largo, las de Scipión Doria, de Antonio Maldonado y tres de Florencia, escaparon por pies, defendiéndose; Flaminio de Anguillara, General de las del Papa, resistió peleando bizarramente con tres enemigas; D. Sancho de Leyva reunió cuatro de su escuadra, con las que hizo inútil, pero honrosa resistencia.

Antonio, que tenéis Oficiales y soldados que harán lo que los suyos, y que si en ellos hobiese la falta que decís, no se os habrían echado á los pies suplicándoos que los dejásedes salir á pelear fuera, como lo han hecho, el Coronel Mas, el Capitán Alvaro de Luna, Jerónimo de la Cerda, Rodrigo Zapata, Galarza, Juan Ortiz de Leyva y otros Capitanes y Oficiales y soldados particulares.

La armada, entre naves de combate y transporte, alcanzaba la cifra de más de 100 velas, descomponiéndose de esta suerte: Capitán general, Juan Andrea Doria, en la Real. 16 galeras más de su escuadra. General de la escuadra de Nápoles, D. Sancho de Leyva. 7 galeras, 2 de ellas de Stefano di Mare ó Mari.

No es completa esta lista, pues por Ulloa y otros escritores se citan nombres no comprendidos en ella: acaso hay también equivocaciones en la ortografía italiana de que se valía el autor; pero á falta de otra, bien merece que por testimonio de estimación se reproduzca adicionada. General, D. Sancho de Leyva, con sus hijos Juan de Leyva. Diego de Leyva. General, D. Berenguer de Requesens.