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Actualizado: 25 de julio de 2025
Paresciéndome á mí que en esta nuestra nacion seria aquel libro de grande provecho, si se diese noticia de las cosas buenas que en él hai, mostrándose con sus ejemplos i figuras para mejor conocerlas, i que esto no lo podria hacer, sino quien ocularmente con sus mismos ojos las hubiese visto i esperimentado, celoso del bien desta tierra con la caridad que á mis prójimos debo, deliberé tomar este trabajo i debujar al vivo cada planta, sacada de raiz, á vueltas de otras muchas cosas que yo ví.»
Hallé asimismo que el dicho Duque de Medina había mandado levantar gente en Sicilia y Calabria, y paresciéndome quél estaba ya determinado hacerla y que lo mucho que se había gastado y los preparamientos que estaban hechos forzaban á que se prosiguiese en ella, y que para aceptarla y que hubiese buen efecto convenía llevar más gente vieja y plática de la que entonces veía, que era sola la de Lombardía y tres ó cuatro compañías de la de Sicilia y muy poca de la de Nápoles, aprobé la orden que el dicho Duque me había enviado de levantar y traer con la infantería española de Lombardía la alemana y italiana, y con esta determinación y orden volví á embarcarme y fuí á Nápoles y Génova, y de allí pasé á Milán, donde hallé que ya el Duque de Sessa le había llegado nueva orden de V. M. para que diese los dos mil é quinientos infantes, y en el medio que los pagaban, yo hice levantar tres mil italianos y setecientos alemanes en tres banderas, y con ella y la española fuí á Génova, donde, así porque no estaban adrezadas las naves en que habían de pasar los alemanes é italianos, como por contrarios tiempos, me detuve diez y ocho días.
Paresciéndome que en el medio que llegaría la nueva orden de V. M. yo podría ir á Nápoles y Sicilia á entender de los Virreyes de aquellos reinos, del de Nápoles, si era su voluntad dar la gente, y del de Sicilia, para saber dél lo que mandaba, vista la dificultad que el Duque de Sessa ponía en dar la suya, y así lo puse por obra y fuí á Nápoles, adonde hallé á D. Sancho de Leyva y al Comendador Caldes, que había ido de parte del Duque de Medina á solicitar la ida de la infantería y á pedir cierta artillería, municiones é vituallas, y habiendo tratado algunas cosas en este particular, él me respondió que daría la gente, que no la diese el Duque de Sessa, y con una galera que me mandó de las del dicho D. Sancho, pasé luego en Sicilia, y hallé que el Duque de Medina Cely, Visorrey della, y á quien se había cometido la dicha empresa, tenía ya hechos muchos aparatos para ella, así de vituallas, artillerías y municiones, como fletado muchas naves para que sirviesen en ella, y me había despachado un correo para que con la infantería española que había de llevar de Lombardía llevase asimismo dos mil y quinientos italianos y procurase recoger dos mil alemanes de los que entonces se licenciaban y los llevase también, el cual despacho no me halló en Milán ni topó en el camino, por haberle hecho yo por mar.
Y otro día, en saliendo de casa, abro mi paraíso panal y tomo entre las manos y dientes un bodigo, y en dos credos le hice invisible, no se me olvidando el arca abierta. Y comienzo a barrer la casa con mucha alegría, paresciéndome con aquel remedio remediar dende en adelante la triste vida. Y así estuve con ello aquel día y otro gozoso.
Palabra del Dia
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