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Actualizado: 8 de junio de 2025


Al abandonar la sala entró el marqués en el taller de Jacques, quien no pudo reprimir, al ver a su antiguo amigo, un movimiento de sorpresa y de embarazo.

Trabajo les costaba reprimir los impulsos de abrazarse que se les iban y venían. En cambio, si el escrito pertenecía al género bélico y tocaba a somatén, parecía que les daban a beber una mistura de pólvora y alcohol. Montaban en cólera tan aína como se encrespan las olas del mar. Sordas exclamaciones acompañaban y cubrían a veces la voz de la lectora.

Cuando un actor no halla una expresión ó la justa entonación de una frase, Sardou, que presencia el ensayo desde una butaca, no puede reprimir su impaciencia y brinca al escenario. Esto exclama, se dice así... He tenido varias veces el gratísimo placer de verle ensayar, y declaro que la gallardía, donaire y brioso apasionamiento de este anciano de setenta y tres años, son magistrales.

Si les educaran, es decir, si les corrompieran torciendo el natural curso de sus instintos, yo quisiera ver dónde se quedaban Pitt, Talleyrand, Bonaparte, y todos los grandes políticos de la época. Amigo le dije sin poder reprimir mi enfado me da compasión verle a usted entre esta desgraciada gente, y más aún oírle encomiar su triste estado.

Regalado se mostraba gozoso al ver tan irritada á la muchacha. Los demás reían. Á D.ª Robustiana le costaba trabajo igualmente reprimir una sonrisa. Le hacían mucha gracia las bromas de su marido, aunque por naturaleza fuese mujer de carácter apacible y bondadoso. Tenía alguna más edad que él y era gorda y vestía al mismo tenor, un traje intermedio ni de señora ni de aldeana.

Al llegar aquí no pudo reprimir un gesto de disgusto. Don Laureano lo observó, y soltando la carcajada y poniéndole una mano sobre el hombro, exclamó: Pero ¡qué empeño tienen ustedes los maridos en que nadie admire a sus mujeres! ¿Por qué? Yo imagino que debiera ser lo contrario.

Esta vez Liette no pudo reprimir una franca carcajada, y respondió besando tiernamente a aquella cabeza a la que las canas no habían llevado la razón: Nadie podría reemplazarte conmigo, querida mamá, y la de Candore menos que otra... No la conoces; es una mujer superior, pero tan convencida de su superioridad, que el común de los mortales no existe para ella.

Me juró que nada había oído contestó el coronel; pero para mayor seguridad la até de manos y pies, la amordacé de firme y la tengo bajo llave en la carbonera, pared por medio del sótano donde duerme el Rey. José cuidará de ambos más tarde. No pude reprimir la risa y el mismo Sarto me imitó.

Efectivamente, unos segundos después, oyéronse los pasos de alguien que subía la escalera, abriose la puerta y apareció Amaury. A pesar de estar advertida, Antoñita no pudo reprimir un grito que pareció despertar al doctor de su letargo y de su postración. ¡Amaury! exclamó Antoñita. ¡Amaury! dijo tranquilamente el doctor, cual si se hubiese separado la víspera de su pupilo.

El contrabandista no pudo reprimir su inquietud y llamó aparte a Hullin. Mira le dijo esa fila de chacós que se desliza a lo largo del Sarre y, por este lado, los que suben por el valle saltando como liebres: son kaiserlicks, ¿no es verdad? ¿Y qué crees que van a hacer, Juan Claudio? Van a rodear la montaña. Eso está bien claro. ¿Y cuánta gente habrá ahí? Tres o cuatro mil hombres.

Palabra del Dia

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