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En cuanto le fue posible acudió a la cita, y después de hacerle prometer que no haría uso de su nombre para nada, le dio cuenta circunstanciada de los trabajos que estaba pasando la inocente niña. Escuchábala pálido, desencajado, sin poder reprimir los violentos y frecuentes golpes de su corazón.

Pero, querido tutor repuso Amaury, sin poder reprimir una ligera, sonrisa, habré de hacerle observar que todos esos conocimientos superfluos que usted me critica los debo a su cuidado casi paternal. Usted me ha dicho siempre que la esgrima y la equitación, unidas al conocimiento de algunos idiomas extranjeros, vienen a completar la educación de un noble en nuestra época.

La viuda siempre se sentía tocada del furor del aplauso, y para que no lo diese con aspavientos ruidosos, Rosalía se llegaba a ella con el dedo en la boca, incitándola a reprimir toda manifestación de pasmo y sorpresa, no fuera que algún sutil oído percibiese lo que en la Saleta ocurría.

Las mujeres de la villa no podían reprimir el entusiasmo y le prodigaban en voz alta mil adjetivos a cual más lisonjero. ¡Mírala, mírala qué preciosa va, mujer del alma! ¡Si apetece comérsela a besos! ¡Y qué traje tan rico lleva! Dicen que ha venido ex profeso de París. No ha querido vestirse de tisú.

El General mostraba en la dirección del periódico la misma saludable energía que siempre le había caracterizado dentro de los cuarteles. Pero allí, como en éstos, su espíritu esencialmente analítico se detenía mucho más en los pormenores que en el conjunto. Asimismo una noticia fiambre, un anuncio torcido llevaba a su noble espíritu una turbación extraña que no era poderoso a reprimir.

Al hacer plato la tía Felicia, Celso no pudo reprimir una sonrisa irónica acompañada de un resoplido despreciativo. Y mirando con estupefacción aquel manjar despreciable murmuró por lo bajo: ¡Mal rayo! ¡Nabos y berzas! Lo mismo que si no los hubiera visto en su vida, aunque su abuela se los hacía tragar la mayor parte de los días.

A veces, galopando en compañía de Desnoyers por sus campos interminables, no podía reprimir un sentimiento de orgullo: Diga, gabacho. Según cuentan, más arriba de su país parece que hay naciones poco más ó menos del tamaño de mis estancias. ¿No es así?... El francés aprobaba... Las tierras de Madariaga eran superiores á muchos principados. Esto ponía de buen humor al estanciero.

Por otra parte, la anemia de Laura le había dejado una penosa preocupación. La recibió Carmen con aire muy alegre; pero esquivando su mirada parecía reprimir con trabajo las ganas de reír. José Luis, dijo al fin, viene ahora casi todos los días, ¿sabes? La alegría iluminó también la cara de Adriana. Carmen comenzó entonces a reír con todas sus ganas. ¿Se ha reconciliado con Laura?

Desde su atalaya reconoció Benina los muebles decrépitos, derrengados, y no pudo reprimir su emoción al verlos. Eran casi suyos, parte de su existencia, y en ellos veía, como en un espejo, la imagen de sus penas y alegrías; pensaba que si se acercase, los pobres trastos habían de decirle algo, o que llorarían con ella.

Cuando oyó anunciar mi nombre, por un impulso de familiaridad que no tenía por qué reprimir, volviose hacia apartándose un poco de los que la rodeaban y se me mostró, de pies a cabeza, como imprevista imagen de todas las seducciones. Era la primera vez que la veía así, en traje espléndido e indiscreto de baile.