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Actualizado: 17 de junio de 2025
Soy tu amigo hasta la muerte. ¿Verdad que soy tu amigo? ¿Verdad que lo soy?... Dí que sí, manteca de oro... Hasta la vista, ¿eh? ¡Muchos, muchos, muchos besos! Y á Velázquez... á Velázquez que se lo coman los lobos añadió soltando la carcajada y saliendo por la puerta como un huracán. Al poner el pie en la calle, aquel relámpago de alegría ficticia se apagó repentinamente.
Al fin dijo en voz más baja y con calma: El honor, querida mía, no nos pertenece; es un depósito que el cielo pone en nuestras manos al nacer y del cual nos pide cuenta al morir. Un relámpago de indignación y desprecio pasó por los ojos de María al escuchar estas palabras.
Viene a implorar su perdón. Se equivoca usted; viene por dinero repuso sonriendo ya forzadamente. El P. Gil permaneció un instante silencioso y dijo al cabo: No me atrevo a asegurar a usted nada. Parece que está arrepentida... Su acento es sincero y ha llorado con verdadero dolor en mi presencia. Un relámpago de ira pasó por los ojos del hidalgo.
Lo acepto, porque ella es pobre y yo no soy rica. Ni yo tampoco; pero para un deseo vuestro... Os doy las gracias, señor. ¡Oh! no me deis las gracias; ved que os amo, y amadme... ¿Qué me amáis? dijo la reina inclinándose hacia el rey, dejándole ver un relámpago de sus hermosos ojos azules, y su serena frente pálida como las azucenas y coronada de rizos de color de oro.
«Pasarán las almas, dice el Koran, por un puente llamado el Sirath, mas sutil que un cabello, mas cortante que el filo de una espada: los justos lo atravesarán con la rapidez del relámpago; los malos titubearán y caerán en el infierno abierto bajo sus piés.»
La muchacha, como si la penosa revelación la hubiese sumido en la insensibilidad de los imbéciles, no cerró los ojos, no movió la cabeza para evitar el golpe. La mano de Fermín volvió a caer sin rozarla. Fue un relámpago de ferocidad; nada más. Montenegro se reconocía sin derecho para castigar a su hermana.
La condesa no vió aquella mirada breve y rápida, pero sombría, que pasó como un relámpago. Si la hubiera visto se hubiera asustado. Quevedo empezaba á cobrar miedo á la condesa. Era demasiado enérgica, demasiado terrible. Quevedo vió de un golpe que doña Catalina podía ser el obstáculo perenne de su vida.
A medida que el tiempo pasaba y se acercaba el vals que Antoñita había prometido a Amaury, la pobre niña miraba a Magdalena con inquietud manifiesta. Más de una vez chocaron sus miradas con las de ella y cuando esto sucedía Antonia inclinaba su cabeza al mismo tiempo que en los ojos de Magdalena brillaba el fulgor de un relámpago.
Aquel mismo dia fué Mohammed á la mezquita á la hora de la azala, y hallándose en ella arreció la tormenta: ya el trueno y el relámpago se percibian juntos, y á poco con horrísono estruendo cayó un rayo en el soberbio edificio de Abde-r-rahman I, sobre la alfombra misma en que oraba el sultan, dejando instantáneamente sin vida á dos personas de su comitiva . ¡Justo castigo del cielo! pensarian espantados algunos de los cristianos ocultos, que por temor de la persecucion fingian seguir de grado la vida y costumbres de sus opresores . ¡Allah está por el sultan! prorumpirian los muslimes mas fervorosos al ver que el rayo habia dejado ileso á Mohammed matando á su mismo lado á dos hombres. ¿Dirán estos lo mismo cuando lleguen á la envanecida corte las tristes nuevas de calamidades mayores?
Después que hubo contemplado silenciosamente por un momento la obra de Marta, le preguntó: ¿Para quién es ese ramo? Para María, que quiere empezar esta tarde sus flores a la Virgen. Me ha pedido que le hiciese dos y ya tengo uno en casa. Un relámpago de alegría pasó por los ojos del joven al oír el nombre de su amada y empezó a interesarse en el arreglo del ramillete.
Palabra del Dia
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