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Actualizado: 11 de junio de 2025


Los dos amigos salieron al claustro, guiados en la penumbra de las naves por el vago resplandor de las vidrieras. Afuera, un rayo de sol enrojecía el jardín y el claustro de las Claverías. Lo repito continuó el sacerdote artista, mirando la puerta por donde habían salido . Ahí dentro no se ama al arte ni se le entiende. El templo sólo ha prestado un servicio a la música, y esto sin quererlo.

De cualquier modo que sea, confieso que no me ha cansado, antes bien me ha interesado casi la lectura de estos papeles; y como en el día se publica todo, he decidido publicarlos también, sin más averiguaciones, mudando sólo los nombres propios, para que, si viven los que con ellos se designan, no se vean en novela sin quererlo ni permitirlo.

¡Decir exclamó Charito que las muchachas inteligentes y lindas como están destinadas generalmente a casarse con hombres de espíritu vulgar! ¡Y también habías de perderte así, por tontera, por falta de reflexión! Yo estoy segura de que a Muñoz lo quieres en el fondo; no podrías dejar de quererlo. ¡Ah, en el fondo...! repuso Adriana distraída.

Pilar empeoró, sacudidos sus nervios por tanto suceso desagradable, herida en el corazón por el desvío de su hermano, que así la abandonaba en sus últimos días; en cuanto a Casilda, bondadosa siempre, lamentó el cisma de la familia, que ella misma provocara, aunque sin quererlo. ¿Qué culpa tenía ella, si Esteven era un mal hombre y la puso en el disparadero de decirle cuatro verdades?

¡De modo que ese hombre dijo doña Clara os ha dado padres y esposa! Sin quererlo y sin saberlo. ¡Cómo! dijo la duquesa . ¿Montiño no conoce esta carta? No, señora. ¿Pues no os la dió? ; , señora, pero dentro de un cofre cerrado. ¿Y no pudo haber abierto ese cofre?

Por algún tiempo yo recibí cartas suyas, que mi madre me leía y yo no entendía, porque felizmente mi corazón dormía tranquilo sin que le despertasen amorosos cuidados; pero al año no vino de las Indias carta de Gaspar, y se esperó en vano que viniese, y tanto tiempo pasó, que se dio a Gaspar por muerto; y aconteció entonces que, pensando yo que por solamente se había partido a las Indias, y que yo, sin quererlo, había sido la causa de su desventura, empezó a labrarse en por él una primera afición y congoja; que se me representaba en sueños triste y enamorado, y tan macilento y pálido, que no parecía sino cosa del otro mundo.

Marta, aunque afectando cierta recóndita superioridad al principio, también estaba encantada, llena de orgullo, sin quererlo, al hablar con Serafina; pero pronto se sintió deslumbrada y vencida, y sintió en la actriz una superioridad real que, si no era del género suprasensible de la que ella, Marta, se atribuía, era mucho más efectiva y susceptible de ser reconocida.

No, á ese no podía quererlo Pepita: lo despreciaba á pesar de que la perseguía en las visitas, extremando con ella su cortesía empalagosa copiada de los padres de la Compañía. Se retiraba de él con cierta impresión de asco: como si la pudiera manchar con impuros contagios, á los que ella, en su inocencia, daba formas monstruosas.

Miró a la Universidad con huraña desconfianza, y al talento aventurero de los hombres nuevos pobres, como un peligro de su existencia; creyó y formó sus familias en un hogar lujoso con todas las pretensiones inconscientes a la gran vida, a la elegancia, y al tono; pero sin quererlo, sin poderlo evitar, sin sentirlo, conservó su fisonomía histórica, que era honorable y virtuosa, pero rutinaria y opaca.

Alguien le hizo entender que no era éste el mejor sistema y que corría riesgo, por quererlo todo, de perderlo todo. Cambió de táctica. Se dedicó a sacar de su querido todo el dinero que pudo y a empujarle suavemente, pero con tenacidad, al matrimonio. Mas aunque por lo que se refiere a esto último sus asaltos continuaban siendo infructuosos, Clementina y Osorio estaban con el alma en un hilo.

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