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Trabajando mucho, prescindiendo de la influencia y riqueza de sus padres, verdaderamente obstinado en deberlo todo a su propio esfuerzo, se hizo hombre y comenzó a labrarse la reputación, logrando verla consolidada en pocos años con algunos buenos escritos referentes a su facultad, y gracias a unas cuantas curas y operaciones tan sabias como afortunadas.

Se comprende entonces que Francia, el discípulo de los jesuítas de Córdoba, y los López, discípulos de Francia, pudieran esgrimir con tan completa eficacia el terror político sobre una población moralmente deprimida por el terror religioso; así se entiende la profunda diferencia entre la política de la América del Sur, en la que las matanzas y las proscripciones fueron el principal instrumento de gobierno, y la política de la América del Norte, donde jamás se le ocurrió a ningún caudillo acudir a la intimidación de sus conciudadanos para subyugarlos o labrarse prestigios, porque 200 años antes había sido atenuada por bill de tolerancia la dieta de horrores infernales con que las iglesias cristianas alimentaban a los predestinados para el cielo.

Por algún tiempo yo recibí cartas suyas, que mi madre me leía y yo no entendía, porque felizmente mi corazón dormía tranquilo sin que le despertasen amorosos cuidados; pero al año no vino de las Indias carta de Gaspar, y se esperó en vano que viniese, y tanto tiempo pasó, que se dio a Gaspar por muerto; y aconteció entonces que, pensando yo que por solamente se había partido a las Indias, y que yo, sin quererlo, había sido la causa de su desventura, empezó a labrarse en por él una primera afición y congoja; que se me representaba en sueños triste y enamorado, y tan macilento y pálido, que no parecía sino cosa del otro mundo.

Cabesang Tales miraba hácia el campo, y pensaba que con un solo brillante, quizás con el más pequeño, podía recobrar á su hija, conservar la casa y quizás labrarse otro campo... ¡Dios! que una de aquellas piedras valiese más que el hogar de un hombre, la seguridad de una joven, ¡la paz de un anciano en sus viejos días!

De este modo no fué posible a Lope imponer una alta significación a su vida: enamorado perenne, no pudo, sin embargo, crearse un amor digno de inmortalidad, como los de Dante o Petrarca, sino que permaneció siempre en un bajo terreno de sensuales devaneos: hombre de mundo, no supo labrarse una posición independiente, y es triste ver sus regias facultades empleadas en mendigar favores del Duque en tantas de sus cartas.

Casi en todas partes es de una gran dureza y las piedras que pudieran labrarse con él servirían para construir duraderos monumentos; pero en otras, es tan frágil y están aglomerados los cristales tan débilmente, que pueden aplastarse con los dedos.

Un hombre casado, con hijos, que en toda su vida no había hecho más que trabajar como un esclavo para labrarse un capitalito... Y ahora que lo tenía... por una quijotada de ese farfantón... ¡acaso!... El fabricante apenas podía pasar los sorbos de cognac que de vez en cuando introducía en la boca. La cosa se arregló muy pronto.

Gabarda; el año 1555, siendo juez de Teruel Miguel Perez Arnal, al labrarse una capilla antigua de la Iglesia de San Pedro, se hallaron los cuerpos de D. Diego Martínez de Marcilla y de Doña Isabel de Segura, en un sepulcro y enteros, sin estar casi nada gastados.

Su aspiracion prosáica me trae á la memoria en este momento los versos de un poeta español del siglo pasado: Dura resolucion desesperada Labrarse un molde en qué vaciar la vida, Sin que se altere de la estampa nada.