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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Perdieron con este género de armas su nativo coraje los Chiquitos; y para defenderse en lo venidero del enojo armado de los vencedores, derramados y divididos, se huyeron á las selvas, apartándose á lo más retirado y espeso de los bosques; con todo eso, aun aquí les dieron caza los españoles muchas veces para vengar su afrenta, que tenían muy fija en el corazón, haciendo esclavos para su uso muchas cuadrillas de ellos; hasta que abatida con tantos golpes la altivez de los Chiquitos, vinieron el año de 1690 mensajeros de parte de los Pacarás, Zumiquies, Cozos y Piñocas á San Lorenzo, en nombre de sus caciques, á pedir merced y paz á D. Agustín de Arce, Gobernador en la ocasión de Santa Cruz, con que cesaron las hostilidades de los españoles, pero no se pudieron ver libres de los gravísimos daños y pérdida de gente originada, así de las guerras pasadas como de los frecuentes contagios y por otros desastres que echo de buena gana en olvido, por no atribuir á culpa común de todos, lo que ha sido sólo malicia particular de algunos pocos.

Y al mismo tiempo corresponde Cristo nuestro dueño, como infalible que es en sus promesas, con lo que nos dice por San Marcos, consolando y premiando abundantemente en esta vida las gloriosas tareas de sus siervos, comunicándoles el don de nuevas lenguas, que son infinitas como las naciones, que los nuestros aprenden casi milagrosamente para que prediquen el Evangelio, y es maravilla ver cómo aquellos bárbaros, á pocas razones de los misioneros, y viendo enarbolado el inestimable madero de la Cruz y la imagen de María Santísima, pasan á ser, casi de repente, no sólo cristianos en el deseo, sino misioneros fervorosos, apostados á perder la vida, derramando la sangre por la ley Evangélica, y al heroico creer, así de misioneros como de recién convertidos, se sigue lo que nos dice Cristo en el Evangelio, que es echar los misioneros, á vista de todos, los demonios de las Rancherías, que son sus pueblos, de que han estado en pacífica posesión por muchos siglos, con sólo decir aquellos fervosos Jesuitas el Evangelio ó poner las manos sobre los enfermos, se desvanecen los contagios frecuentes en aquellos países, obrando otras milagrosas curaciones; ni los venenos, ni la comida casi corrompida y muchas veces tan escasa, que se reduce á alguna frutilla silvestre, ocasiona el menor daño á la más delicada salud del misionero.

La muchedumbre se abría para dejar paso a las bestias, pero muchos se abalanzaron al carruaje como si quisieran caer bajo sus ruedas. Agitábanse sombreros y bastones: un estremecimiento de entusiasmo corrió por el gentío; uno de esos contagios que agitan y enloquecen a las masas en ciertas horas, haciendo gritar a todos sin saber por qué: ¡Olé los hombres valientes!... ¡Viva España!

No, á ese no podía quererlo Pepita: lo despreciaba á pesar de que la perseguía en las visitas, extremando con ella su cortesía empalagosa copiada de los padres de la Compañía. Se retiraba de él con cierta impresión de asco: como si la pudiera manchar con impuros contagios, á los que ella, en su inocencia, daba formas monstruosas.

En las sequías, en las anegaciones é inundaciones, en los contagios, en todas las grandes calamidades, recurre Córdoba á su milagrosa abogada con fiestas, novenarios, rogativas y procesiones. Pero es en las sequías principalmente, tan frecuentes en toda la Andalucía, cuando se implora su maravilloso poder.

De sermones, poca cosa; de problemas teológicos, menos; pero para confesar ocho horas seguidas y ayudar a un cristiano a bien morir, allí estaba él, insensible al cansancio, sin miedo a los contagios de la enfermedad, habituado a la agonía humana con un coraje profesional.

Son muy supersticiosos en inquirir los sucesos futuros por creer firmemente que todas las cosas suceden bien ó mal, según las buenas ó malas impresiones que influyen las estrellas; por esto, para conocer los puntos de sus aventuras, observan, no ya el curso de los cielos ó los aspectos benéficos de los planetas, que á tanto no alcanzan, sino algunos agüeros que toman de los cantos de los pájaros, de los animales y de los árboles y otros innumerables de este género; y si sus pronósticos son infaustos, de enfermedades, contagios, ó de que han de venir á sus tierras á hacer correrías los Mamalucos, para maloquear, que es lo mismo que hacerlos esclavos, tiemblan y se ponen pálidos como si se les cayese el cielo encima ó les hubiese de tragar la tierra; y esto sólo basta para que abandonen su nativo suelo y que se embosquen en las selvas y montes, dividiéndose y apartándose los padres de los hijos, las mujeres de los maridos, y los parientes y amigos, unos de otros, con tal división, como si nunca entre ellos hubiese habido ninguna unión de sangre, de patria ó de afectos.

El clima es cálido y destemplado, causa de muchos accidentes apopléticos y frecuentes contagios que suelen hacer gran riza en los naturales, porque estos bárbaros no saben aplicar sino dos remedios.

Palabra del Dia

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