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Levantose la piedra sellada desde la mañana, bajose a la tumba y encontrose viva a la que creían muerta. Volviéronla en brazos de todos y trocado el llanto en regocijo a su morada; y la joven y bella condesa dio prolongados años de felicidad a su esposo antes de descender, verdaderamente muerta, al sepulcro.

Dejó pasar más tiempo, y viendo que no conseguía refrescarse enteramente, salió del baño. Cuando se puso la ropa sintió un fuerte temblor de frío, que desapareció al instante. En el camino sintió otros dos ó tres cada vez más prolongados. Al entrar en la cama tiritaba atrozmente y no consiguió producir la reacción por más que se echó gran cantidad de ropa encima.

La institutriz parecía absorta y abismada en sus pensamientos, porque no apartaba la vista del frasco de mostaza que delante de tenía y dejaba pasar largos intervalos sin mover el tenedor que apretaba entre sus dedos. Los lamentos de la niña eran prolongados y se repetían sin cesar y sin debilitarse.

Dejábanse querer los estudiantes, y con afectado ahínco, para ser sincero, las festejaban y hacían con ellas apartes prolongados que colocaban en posiciones desairadas a los demás que allí asistíamos. Comprendí que sería ridículo tomárselo a mal.

La fiebre de la cantárida es inflamatoria, con prolongados y violentos calosfríos al principio; está caracterizada por un calor acre y vivo, por la rubicundez cutánea y por una sed violenta y sequedad de la boca; el predominio del eretismo cutáneo y mucoso produce grande inquietud y un delirio molesto por la fijeza de las ideas.

Después hizo un pomposo ademán, algunas cortesías, y se marchó. Adiós Ariadna, Antígone, Sofonisba, Penélope dijo cuando la vió fuera el poeta, que gustaba mucho de aplicarle aquellos nombres heroicos. Poco después de esta despedida se sintieron ronquidos muy broncos y prolongados. Era Ariadna, Antígone, Sofonisba, Penélope, que dormía en el interior. ¡Cuán felices son las semidiosas!

Era de un rubio ceniciento y suave; un color discreto que desentonaba con el resto de su persona, hecha de rudos contrastes. Los ojos, negros, grandes, abiertos en forma de almendra, parecían de una bailarina oriental, y aún estaban prolongados por hábiles retoques de sombra, que aumentaban la seductora desarmonía con el oro apagado de su cabellera.

No sabría yo decir si el músico que tocaba el biniou hacíalo con arte, pero a lo menos tocaba con tales bríos, arrancaba al instrumento sonidos tan ampliamente prolongados, tan penetrantes y que desgarraban con tal acritud el aire sonoro y encalmado de la noche, que no me causaba asombro ya el que semejante ruido nos hubiese llegado desde tan lejos: en media legua a la redonda podía ser oído, y las muchachas del llano debían, sin duda, soñar contradanzas en sus respectivos lechos.

A ambos lados, sostenidos por una faja elástica, había en línea como una docena de cilindros de papel blanco, estrechos y prolongados, cuyo interior estaba lleno de una hierba obscura. Estos cilindros tenían recubierto el papel en su parte inferior con un zócalo de oro.

Ese curioso uniforme, que provoca á reir, contrasta con el aire militar y seriote del rechoncho personaje, quien desde lo alto de su trono ambulante se anuncia al llegar á las localidades ó salir de ellas, y en las estaciones de relevo, con los toques agudos de su clarin y los prolongados traqueteos de su foete que producen extraños ecos en las montañas y los bosques de la via.