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Por lo que no se guardó ya tanto de él: festejaba á la tabernera con su habitual desembarazo y sostenía con ella, hasta en presencia del guapo, largos apartes en los cuales se embromaban y reían como locos. La desazón de Velázquez era tan grande que para nadie pasó inadvertida. Se hicieron comentarios en voz baja y no faltó quien reconviniese á Antonio por su conducta.

Ya no frecuentaba tanto a Gustavo Núñez porque a éste le agradaban más los apartes con las damas que las reuniones con los hombres aunque fuesen literatos. Sin embargo, alguna vez paseaban o comían juntos. El pintor no había dejado de visitar la casa de los recién casados aunque estaba seguro de que no era santo de la devoción de la señora.

Ahora se notaba bien claramente que sus apartes y cuchicheos eran intencionados: acaso tuvieran por fin castigarla por la defensa indirecta que había hecho del P. Gil, a quien D. Joaquín odiaba a par de muerte.

Y doña Luz notaba que D. Jaime, sin ser vulgar, tenía el arte de hacerse comprender de los que lo eran, y que con sus discursos nadie se quedaba en ayunas, como con las reconditeces y los encumbramientos del Padre, el cual no dejó de asistir a todo esto, pero muy eclipsado y confundido entre la turba multa. En los apartes, D. Jaime hizo mil cumplimientos a doña Luz.

Dejábanse querer los estudiantes, y con afectado ahínco, para ser sincero, las festejaban y hacían con ellas apartes prolongados que colocaban en posiciones desairadas a los demás que allí asistíamos. Comprendí que sería ridículo tomárselo a mal.

Pero eres tan valiente como ambicioso, si nada te asusta ni te arredra, yo podré, no remediar tu mal, pero ponerte en situación de que mismo le remedies, de que satisfagas tus ambiciosos propósitos, de que apartes de ti la duda que puedes o de que no puedes, y de que realices los esfuerzos de tu voluntad, haciéndolos fecundos. Mi ciencia, por ti, puede hacer un milagro.

Y especialmente, en toda clase de papeles, diré directamente al público todos los apartes, monólogos, gracias y parlamentos de intención o lucimiento que en mi parte se presenten. ¿Y memoria? No es cosa la que tengo; y aun esa no la aprovecho, porque no me gusta el estudio. Además que eso es cuenta del apuntador.

Por eso me parece conveniente y hasta juzgo que es preciso que apartes de ella, siquiera sea temporalmente, tu amor ciego y egoísta, para que por su salud pueda velar tan sólo el cariño previsor y desinteresado de su padre. ¿Qué dice usted? ¿Que abandone a Magdalena? ¡Imposible! Por unos cuantos meses solamente.

1 Oíd, hijos, el castigo del padre; y estad atentos para que sepáis inteligencia. 2 Porque os doy buena enseñanza; no desamparéis mi ley. 3 Porque yo fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. 5 Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; 6 no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará.

¿Daría usted un grito? insistió sin dejar de mirarla. ¡Vaya unas preguntas extrañas que usted hace! dijo Esperancita más ruborizada cada vez . Lo daría quizá ... o no lo daría.... En aquel momento se acercó la marquesa de Alcudia llamándola. Esperanza, tengo que decirte una cosa.... Y al pasar junto a su sobrino, murmuró muy bajo: ¡Prudencia, Pepe! Esos apartes no están en el programa.