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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Apenas recordaba vagamente su rostro pálido asomando entre las sábanas del lecho cuando le llevaron a darle un beso algunas horas antes de morir. Se acordaba también de que aquel mismo día todo el mundo le abrazaba y le besaba llorando, lo cual le había llamado la atención hasta hacerle preguntar: «¿Por qué lloráis todos hoy

Y siempre entonces tenía Lucía algo que hacer, ir de puntillas a ver si seguía durmiendo Ana, ver si habían puesto de beber a los pajaritos azules, preguntar si habían traído la leche fresca que debía tomar Ana al despertarse: siempre tenía Lucía, cuando Pedro y Sol podían quedarse solos, alguna cosa que hacer.

Petra vio que estaban solos... y se echó a llorar. Don Fermín hizo un gesto de impaciencia, que no vio Petra, porque tenía los ojos humillados. Había querido hablar el canónigo, pero no había podido; sentía en la garganta manos de hierro, y por el espinazo y las piernas sacudimientos y un temblor tenue, frío y constante. ¡Pronto! ¿qué pasa?... pudo preguntar al cabo.

Le hubiera hablado de su amor, del Babilonia, del champaña, de que abusaba. Pero se limitó a preguntar: ¿Hay que darle bromuro a Polakov? ¡Desde luego! ¡Buenas noches! Muy buenas. ¿Volverá usted a irse? El doctor consultó su reloj. Eran las tres y media. No, es demasiado tarde. No saldré ya. ¡Gracias!

Como que es el molinero de Salisbury, caballero en su mula bermeja y probablemente atiborrado de cerveza, según costumbre. Por eso es que el escudero debe preguntar, en caso de duda, si el pasante es ó no caballero.

Hacía allí un calor insufrible. Pepe Castro aprovechó la confusión de la salida para preguntar a Clementina: ¿Cómo no has ido esta mañana? Clementina detuvo el paso, le miró con sonrisa protectora. ¿Esta mañana?... No . ¿Cómo no sabes? dijo frunciendo su augusta frente el real mozo. No ; no y dió un paso para alejarse sin dejar de sonreír con leve matiz de burla. ¿Y mañana irás?

¿No te duermes? volvió a preguntar Ricardo. Ya te he dicho que no quiero dormirme... ¡Me encuentro tan bien despierta!... El que duerme no padece, pero tampoco goza... Sólo es bueno dormir cuando se sueñan cosas lindas, y yo no las sueño casi nunca... Ahora me parece que estoy durmiendo y soñando... ¡Te veo de un modo tan raro!... Estoy viendo el cielo debajo y el mar encima.

Quedó Gallardo satisfecho por esta noticia durante algunos días, pero luego volvió a preguntar, con la insistencia del enfermo que cree pendiente a todo el mundo del estado de su salud. ¿No había escrito? ¿No había preguntado más por él?... El apoderado intentaba excusar el silencio de doña Sol, consolando de este modo al espada.

Sólo su padre le asistía. Ninguno de la familia podía verle. Iba la Nela a preguntar por el enfermo cuatro o cinco veces; pero no pasaba de la portalada, aguardando allí hasta que salieran el Sr. D. Manuel, su hija o cualquiera otra persona de la casa. La señorita, después de darle prolijas noticias y de pintar la ansiedad en que estaba toda la familia, solía pasear un poco con ella.

, el Escorial me ha probado siempre bien repuso la señora sin apartar su mirada distraída del horizonte. ¿Por qué no viene más a menudo? se atrevió a preguntar la mimada doncellita. Elena no contestó. Al cabo de un rato apartó los ojos del paisaje y los volvió al armario de espejo que tenía delante.

Palabra del Dia

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