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Actualizado: 23 de junio de 2025
Cuando hubo terminado el relato de lo visto y oído por ella en la noche anterior, siguió diciendo: ¿Por qué esa señorona y Manos Duras hablaron de mi antigua patroncita?... ¿Qué tiene que ver con ellos mi paloma inocente?... Como yo soy una zonza, que no puede entender muchas cosas, me he dicho: «Voy á ver á don Robledo, el ingeniero, que lo sabe todo.
La cabezuela blanda, cubierta de lanúgine rubia y suave por cima de las costras de la leche, tenía el olor especial que se nota en los nidos de paloma, donde hay pichones implumes todavía; y las manitas, cuyo pellejo rellenaba ya suave grasa, y cuyos dedos se redondeaban como los del niño Dios cuando bendice; la faz, esculpida en cera color rosa; la boca, desdentada y húmeda como coral pálido recién salido del mar; los piececillos, encendidos por el talón a fuerza de agitarse en gracioso pataleo, eran otras tantas menudencias provocadoras de ese sentimiento mixto que despiertan los niños muy pequeños hasta en el alma más empedernida: sentimiento complejo y humorístico, en que entra la compasión, la abnegación, un poco de respeto y un mucho de dulce burla, sin hiel de sátira.
Por ahora, lo que tú tienes es un miedo atroz a la fantasma de tu mujer. No es miedo; pero no quiero que pudiendo evitarlo nos den una desazón en tonto. ¿Y dónde me dejas el tratarnos a cuerpo de rey? Chica, ¡qué cuarto! Hay un sofá retorcido para sentarse dos y comerse a besos... Nada más que mirarlo da vergüenza. Lo que dará serán ganas de sentarse. Anda, paloma, ¿vendrás?
Por lo instable, proteica y multiforme, por su eterna inquietud y constante mudanza en hechura y colores, la moda es cosa del mismo diablo, personaje igualmente voluble, tornadizo, trasformista, desfigurado y quimérico. ¿Quién sino el diablo pudo inspirar el miriñaque, el polisón y, últimamente, sin ir más lejos, las faldas trabadas que nos obligaban a un pasito de paloma, menudo, corto, sutil, deslizado?
En cuanto usted la conozca un poco, le inspirará un profundísimo respeto. Le apetecerá prosternarse y besar la orla de su vestido... «Por conducto de las mejillas de su hija, no diré que no», pensé. Luego, inocente, a pesar de sus años, como una paloma... Pero ya me extraña que no venga añadió, levantándose y avanzando otra vez a la puerta con más fuerte y poderoso taconeo.
El Cristo del Gran Poder y la Virgen de la Paloma, eran allí dos hermosos cuadros; había un gran cromo con la Numancia, navegando en un mar de musgo, y otro cuadrito bordado con dos corazones amantes, hechos a estilo de dechado, unidos con una cinta. Se hacía tarde, y Jacinta no tenía sosiego.
Estando este ruido y hervor de combate, pareció en el fuerte una paloma blanca con algunas pintas, la cual, entre tanto que pasó el dicho combate, andaba volando alrededor del fuerte; y como los cristianos hobieron la victoria, se fué, que no la vieron más después, ni primero la habían visto, si no es aquel día.
Sin embargo, el contraste de aquella cortina oscura con la blancura de paloma del pueblo la hacía grata a los ojos y poética. En suave declive, por una carretera trazada al intento, bajamos al manantial que sale en el centro mismo del río Guadalquivir, el cual viene ciñendo la falda de la sierra. Hay una galería o puente que conduce de la orilla al manantial.
¡Vuelve a mi lado, que me causa enojos cuanto en redor acongojado miro! ¡vuelve, que sólo por mirar tus ojos desque partiste sin cesar suspiro! Son tan hermosos, ¡ay! tus ojos bellos, tan dulce su mirar, paloma mía, que diera yo para mirarme en ellos lo que nunca jamás otro daría.
Por eso los de la clase baja somos unos borregos. ¡Pero si estuviera aquí don Joselito!... ¡Por vía e la paloma azul! ¡Si le oyesen ustés cuando se suerta a hablar como un ángel!...
Palabra del Dia
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