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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Y es que todos los artistas, aun los más independientes y de personalidad más firme, son esclavos de la multitud; el gran enemigo cuya voluntad multiforme palpita hostil en la amplitud de la sala. Otras noches, en cambio, «el público está bueno». ¿Por qué? Tampoco se sabe; pero es así, y actrices y actores acuden entonces al escenario rientes y tranquilos, como á una fiesta.

Los gritos de adentro y el sinnúmero de caras que asoman sobre la borda mirando á los del bote que llega, le parecen el alma diabólica y multiforme de aquel monstruoso cuerpo en cuyos antros va á desaparecer quizá para siempre, el hijo de su amor. El atezado rostro de tía Nisca se vuelve lívido. Andrés, por el contrario, se entusiasma más y más según que se acerca á la fragata.

Sobre su cuerpo proteico revivieron la silueta pensativa y delicada de Rousseau, joven; el perfil epigramático de Voltaire, la gracia conquistadora de Richelieu, la hermosura arrogante de Enrique IV, la cabeza atormentada de Napoleón, y también la belleza infinitamente espiritual de Sofía Arnould, la célebre intérprete de Gluck y de Rameau, y la frivolidad boulevardier de Frétillon, y la hermosura voluptuosa de Ninon de Lenclos... Para todos estos «elegidos» del talento y de la gracia, tuvo el genio multiforme de Virginia Déjazet una inflexión exacta de voz y un gesto feliz.

Esto, que es una cualidad de aristocracia, llevó a la pobre Betina a la prisión, de donde salió tuberculosa. Esta mujer artista, de espíritu extraordinario, dice que todo en España es idioto, menos los amigos del café silencioso. Realmente, con bastante dificultad se podría hallar un cenáculo más pintoresco y más multiforme.

7 del cual yo soy hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado, según la operación de su potencia. 10 Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora notificada por la Iglesia a los principados y potestades en los cielos, 11 conforme a la determinación eterna, que hizo en Cristo Jesús Señor nuestro, 12 en el cual tenemos seguridad y entrada con confianza por la fe de él.

Las descripciones leídas de otras desgracias; la muerte imprevista; el mundo que desaparece; la familia; los amigos; el natural arrepentimiento del viaje; las personas que nos esperan; la fiesta frustrada; el instinto que clama por la conservación; el alma que condensa todo su poder, todas sus facultades para el instante supremo, y que, despidiéndose de misma, se dice: «aquí era la muerte.....»; todo esto y mil nimiedades que no cómo caben en aquella situación extrema, mil ideas frívolas, unidas á otras muy solemnes y graves, la muleta, la mano cortada, lo que será uno sin dientes, la cuestión de la inmortalidad del alma, lo que dirá fulana cuando sepa lo sucedido, cómo llegará la noticia al hogar paterno, y un punto de conformidad cristiana, y una mirada al cielo, y la tranquilidad más estoica, y el miedo más miserable: todo eso y mucho más, resumido en una idea multiforme, súbita, luminosa, intuitiva, llenaron aquellos cuatro segundos, abreviatura y término de la existencia.

Los escritores solemos dirigirnos a «el lector», poco más o menos, así como los criados se dirigen a «el señor». Desgraciadamente, este concepto de «el lector» es demasiado vago. Por lo general, el lector tiene una personalidad multiforme y a veces carece de existencia.

Donde quiera los frescos vallecitos, las alegres faldas y lomas arrugadas y los planos sucesivos ostentaban su vegetacion multiforme y de variados matices, á la luz mate del sol poniente.

La hoya ó cuenca multiforme de Suiza está determinada por los Alpes y el Jura, montañas que, enlazadas al sur de Ginebra, no obstante la ruptura del Ródano, describen dos cuerdas irregulares, idealmente paralelas, cuyos extremos reposan al Norte, en cuanto á Suiza, en Schaffhouse y la punta superior del lago de Constanza, encerrando así todo el país.

Por lo instable, proteica y multiforme, por su eterna inquietud y constante mudanza en hechura y colores, la moda es cosa del mismo diablo, personaje igualmente voluble, tornadizo, trasformista, desfigurado y quimérico. ¿Quién sino el diablo pudo inspirar el miriñaque, el polisón y, últimamente, sin ir más lejos, las faldas trabadas que nos obligaban a un pasito de paloma, menudo, corto, sutil, deslizado?

Palabra del Dia

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