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Traía a la niña diariamente alguna baratija, para ella desconocida hasta entonces, ya un cromo, ya una fotografía, ya lindas flores, ya números de periódicos ilustrados, ya novelas de Fernán Caballero o de Alarcón; y las graciosas chucherías que por las puertas de la anticuada casa se entraban, como partículas de la vida moderna, eran otras tantas bocas encomiadoras del dadivoso.

«La romántica» no existía para él. Cuando más, le dedicaba un bufido irónico al verla erguida en la puerta á la hora del atardecer contemplando el horizonte, ensangrentado por la muerte del sol, con un codo en el quicio y una mejilla en una mano, imitando la actitud de cierta dama blanca que había visto en un cromo esperando la llegada del caballero de los ensueños.

Me dieron tentaciones de bajarme y besar el suelo porque ella, sin duda, lo había pisado. Todo me parecía en aquel lugar digno de respeto y aun admiración; hasta un cromo bastante malito que representaba a Jesús abriéndose el pecho con las manos y mostrando un corazón de color de chocolate con la cruz encima y ardiendo en llamas de huevo con tomate.

Veían las cocinas con los pucheros armados sobre las ascuas, las artesas de lavar junto a la puerta, y allá en el testero de las breves estancias la indispensable cómoda con su hule, el velón con pantalla verde y en la pared una especie de altarucho formado por diferentes estampas, alguna lámina al cromo de prospectos o periódicos satíricos, y muchas fotografías.

=LISTA Y ARAGON.= Ensayos literarios y críticos, con un prólogo de D. José Joaquín de Mora; 2 tomos en un volumen 4.º, 6 pesetas en toda España. =OVILO Y CANALES.= La mujer marroquí, estudio social. Ilustrada con cromo al lápiz y dibujos a pluma, por Demócrito; un tomo 8.º, 3 pesetas. Episodios Nacionales, 20 tomos, a 2 pesetas uno. Doña Perfecta; 2 pesetas. Gloria; 2 tomos, 4 pesetas.

Doña Manuela en el sitio preferente, empolvada y retocada con tal arte, que su rostro producía cierta impresión asomando por entre los festones de la negra blonda; y frente a ella, las niñas, graciosísimas como un cromo de revista taurina, con zapatito bajo, medias caladas, falda de medio paso con red cargada de madroños y mirando atrevidamente bajo la nube blanca que envolvía sus adorables cabezas, cerrándose sobre el pecho con un grupo de claveles.

En la pared de enfrente había puesto un cromo: El último Concilio Ecuménico, reunión de viejos vestidos de rojo, sentados en semicírculo como los obispos en el primer acto de La Africana, entre los cuales resaltaba, por su blanco ropaje, un señor a quien venía a decir secretos al oído una paloma que entraba por una ventana, semejando estar envuelta en un rayo de luz.

El Cristo del Gran Poder y la Virgen de la Paloma, eran allí dos hermosos cuadros; había un gran cromo con la Numancia, navegando en un mar de musgo, y otro cuadrito bordado con dos corazones amantes, hechos a estilo de dechado, unidos con una cinta. Se hacía tarde, y Jacinta no tenía sosiego.

Quedó satisfecho, con la conciencia de su cuerpo fuerte, oculto bajo el manteo epiceno y la sotana flotante y escultural. Iba a salir. Teresina apareció en el umbral, seria, con la mirada en el suelo, con la expresión de los santos de cromo. ¿Qué hay? Una joven pregunta si se puede ver al señorito. ¿A ? don Fermín encogió los hombros . ¿Quién es? Petra, la doncella de la señora Regenta.

Junto a las mesas, los calendarios de pared ostentaban grandes imágenes de santos y de vírgenes al cromo. Algunos empleados, abandonando toda discreción, para halagar al amo, habían clavado junto a sus mesas, al lado de almanaques ingleses con figuras modernistas, estampas de imágenes milagrosas, con su oración impresa al pie y la nota de indulgencias.