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Actualizado: 5 de junio de 2025
¿Por qué se ríen ustedes? dijo al llegar. ¿Se figuran que se trata de una aventura amorosa? Pues no hay tal... Es decir, sí ha sido una aventura amorosa, pero en tiempos remotos. Ahora no es más que una vieja que viene a pedirme diez duros. ¿Se los ha dado usted? ¡Nunca! y eso que me ha dicho que tiene un hijo muriendo. No quiero sentar precedentes funestos.
Según declaración de su mujer, Luisa de Robles, ha partido á Navalcarnero, á donde decía haber ido su esposo á causa de estar muriendo un hermano suyo. Preguntada además si sabía que acompañase alguien á su marido, contestó que no: pero que podrían saberlo los de las caballerizas, porque siempre que Montiño hace un viaje, lo hace sobre cabalgaduras de su majestad.
Después de una penosa navegación tomó puerto en la isla de Cebú, donde consiguió captarse el cariño y los servicios del Reyezuelo que imperaba en aquella, el cual estando en guerra con su vecino el de la isla de Maetan impetró de Magallanes su auxilio, que le fué otorgado por el intrépido marino, yendo él mismo con parte de su gente á una expedición contra los enemigos de los cebuanos; aquellos en gran número y con gran destreza resistieron el ataque, muriendo Magallanes.
Así andaba por todo el caserón, como si estuviera muriendo alguno. Sin darse cuenta del porqué, don Víctor se figuraba el misticismo de su mujer como una cefalalgia muy aguda. Lo principal era no hacer ruido. Si el gato de Anselmo mayaba abajo, en el patio, don Víctor se enfurecía, pero sin dar voces, gritaba con timbre apagado y gutural: ¡A ver! ¡ese gato! ¡que se calle o que lo maten!
Vos lo sabéis todo, don Francisco dijo la joven con anhelo. Lo sé, señora, y lo sé tanto, como que aún estoy dudando de ello. No os pregunto cómo lo sabéis, no tengo tiempo para nada, ni cabeza; me estoy muriendo; sobre mí vienen... Las culpas ajenas os premian. ¿Qué decís? ¡Si le amáis! ¡Dios mío! pero... yo hubiera vencido esta afición... ¿Y á qué vencerla?
Artegui, de pie, se veía claramente en los garzos ojos que hacia él alzaba Lucía, ojos que, a pesar de la obscuridad del cielo, parecían salpicados de pajuelas luminosas. ¡Muriendo! repitió ella, como el árbol repercute el sonido del golpe que le hiere. Muriendo.
Cuando Barberau, su antecesor, se retiró no sé adónde, para vivir de sus rentas, un cliente recomendome a este, que se estaba literalmente muriendo de hambre. Llamó M. L'Ambert, y ordenó al ayuda de cámara, que se presentó al instante, que hiciera subir a Singuet, el nuevo portero. Acudió el hombre, y lanzó un grito de espanto al contemplar el rostro de su amo.
Siempre insensible al amoroso anhelo Tuve el ingrato corazón vacío: Mi llanto, agora, por el bien ansío, Lava presta será de un Mongibelo. ¿Quién, sino tú, señora, a tal mudanza Forzó a mi pecho helado y enemigo De todo amor y todo rendimiento, Que hoy espero sin sombra de esperanza, Vivo muriendo, y hallo mi castigo En la llama de amor que es mi tormento?
Juraría dijo que al llegar á la puerta por la parte de adentro, he sentido pasos silenciosos, pero precipitados, que se alejaban. No importa, yo volveré y veremos lo que esto significa. Dadme la mano para que os guíe, fray Luis. El padre Aliaga dió á tientas la mano al bufón. Estáis muriendo, padre; vuestra mano está fría como la de un muerto dijo el bufón al sentir el contacto de aquella mano.
Después de algunos años de residencia, ya no se componen las colonias más que de un corto número de individuos enfermizos, que acaban por ser ahogados también. Así es, como, en nuestra humanidad, van muriendo sucesivamente colonos extranjeros, en medio de un pueblo que los odia y un clima que les es contrario.
Palabra del Dia
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