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Actualizado: 2 de mayo de 2025
El tramoyista exclama: ¡Diablo de escalera...! La subo setenta veces al día y no acabo de acostumbrarme... Me moriré del pecho, Antoñico, me moriré del pecho. El traspunte se siente fortalecido y sigue su camino. Aquella noche se representaba un drama histórico, acaecido en tiempo de los godos. El primer galán era un mancebo muy simpático, rebosando de entusiasmo y de décimas calderonianas.
Es mi felicidad, y al mismo tiempo mi tormento. Perla es quien me sostiene viva en este mundo. Perla también me castiga. ¿No véis que ella es la letra escarlata, capaz solamente de ser amada y dotada de un poder infinito de retribución por mi falta? No me la quitaréis: primero moriré.
No nos hablamos ahora. Hace días tuvimos una cuestión. En fin, antes que acudir a mi hermana, iré a Su Majestad, me echaré a sus pies... Sí, sí, seguramente... es lo mejor. No, no, no... Creo que de aquí a mañana me moriré de dolor. ¿Está abierta la capilla? Voy a rezar un rato, a ver si el Señor me ilumina... Adiós, adiós... Volveré mañana, a ver, a ver si hay alguna esperanza.
Habré llegado hasta el umbral de toda felicidad para caer al pisarlo; habré columbrado todas las alegrías para no alcanzar ninguna; me habré visto desposeído de todos los dones de la suerte, que me habrán sido arrebatados uno a uno. Siendo rico, joven y amado, ¿podía desear yo otra cosa que vivir? ¡Y lejos de eso moriré cuando Magdalena, que es mi vida, exhale el postrer aliento!...
Y como dicen que estoy chocho, y como andan repitiendo eso por todas partes, me faltan discípulos, y faltándome discípulos me falta trabajo; y sin trabajo, como tú lo comprenderás, me falta dinero. ¡No hay remedio! Me moriré de hambre, y me enterrarán de limosna. Diez o doce discípulos, que pagan poco, ¡y es cuánto! Unas leccioncitas ¡y nada más! Don Román, respondí no hay que abatirse.
Sí; aquí moriré dijo Gabriel sonriendo .
Hallándose un marido en peligro de muerte, llamó a su mujer y le dijo: Moriré contento, si me das palabra de no casarte con ese 135 oficial que te hace la corte. No tengas cuidado, respondió ella, que ya he dado la palabra a otro. Un borracho oyó las dos Y dijo con mucha paz 140 ¡Hombre! ¿dos veces la una? Ese reloj anda mal. Confesábase uno de prestar dinero con usura.
El hermoso cuarto en el cual estoy instalada desde ayer, será probablemente el último cambio de habitación que yo haga; en él moriré, sin duda. Alfonso llegó ayer. Me preocupo mucho por él y por sus hermanas, pues no veo medio de educarlos fácilmente. Sin embargo, cuando me veo rodeada de estas seis hermosas criaturas, me siento orgullosa y satisfecha.
Que lo que vale, ¡o miente el sol!, un pica bravo, ¡oh insigne cabo!, lo sabes tú. Iré a esas tierras. ¡vamos allá!, me haré de oro, de algún rey moro que venceré O para colmo ¡gusto será! de suerte tanta, con una infanta me casaré. Tendré esclavillos, ¡ah!, ¡ah!, lá, lá, rubís, topacios, cuatro palacios y un gran confín. Y señor noble ¡lará, lará! con mayorazgo, de algún hartazgo moriré al fin.
¡Adiós! continuó en voz baja, con la garganta hinchada de sollozos . Ya no me verás... Voy á morir pronto: me lo dice el corazón... ¡Moriré por ti!... Tal vez llores algún día pensando que pudiste salvarme. Alguien había intervenido para arrancar á Freya de su rebelde inmovilidad. Era Caragòl, solicitado por los ojos implorantes del piloto.
Palabra del Dia
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