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Actualizado: 2 de mayo de 2025
¡Ah, Marta, querida Marta, perdóname! suplicó la joven asustada echando los brazos al cuello de su aya y poniéndose a llorar sobre su pecho . He hecho mal. Seréis despedida, y yo moriré de pena y de dolor. No, no; tranquilízate, querida Elena dijo la viuda prodigándole sus caricias para calmarla . Habla. ¿Qué ha sucedido? Federico, Federico estuvo en el jardín...
Y no es que hagamos un papel aprendido, no; es que tú serás verdaderamente para mí, de aquí en adelante, como una hijita, y yo seré para ti un verdadero papaíto. Lo digo con toda mi alma. Yo no soy aquel; yo me moriré pronto, y... Viéndole que se conmovía, la chulita no pudo aguantar más, y soltó el trapo a llorar.
¡Mar, tus olas no se abrieron para tragarme!... ¡Quisiste aquellas vidas y no quisiste la mía!¡Si me tragases, mar, y no arrojases mi cuerpo a ninguna playa!¡Si me sepultases en tu fondo y me guardases para ti!... ¡No me quisiste aquella noche, y soy más náufrago que esos cuerpos desnudos que bailan en tus olas!... ¡Tengo la pobreza y la desnudez y el frío de un náufrago! ¡No sé adonde ir!... ¡Si la muerte tarda, pediré limosna por los caminos!... ¡Y el mar, aquella noche, pudo caer sobre mi cuerpo, como la tierra de la sepultura, y no me quiso!... ¡Ya soy pobre! ¡Todo lo he dado a los monstruos! ¡Mi alma en otra vida, aquella vida de que huyo, también fué un mar, y tuvo tempestades, y noches negras, y monstruos que habían nacido de mí! ¡Ya no soy más que un mendigo viejo y miserable! ¡Todo lo he repartido entre mis hijos, y mientras ellos se calientan ante el fuego encendido por mí, yo voy por los caminos del mundo, y un día, si tú no me quieres, mar, moriré de frío al pie de un árbol tan viejo como yo! ¡Las encinas que plantó mi mano no me negarán su sombra, como me niegan su amor los monstruos de mi sangre!....
Solamente tuvo suerte la señora Andreíña. Porque tiene tres cabras que se acochan con los lobos. Moriré en un camino, al pie de un bardal. ¡Juntas nos atrapó la tormenta, señora Micaela! Iremónos los tres por luengas tierras pidiendo una limosna. A mí llevaréisme en un carretón. ¡Pudiera yo como tú trabajar! Pero no tengo voluntad.
Pero yo me moriré también. Yo no quiero sobrevivir. Me mataré si no me muero. El Comendador no sabía qué responder á tales quejas. Procuraba consolar á D. Carlos, que le juzgaba indiferente y extraño; que ignoraba que él tenía mayor necesidad de consuelo. Iba D. Fadrique á buscarle en el P. Jacinto.
Contestaremos con estas sabrosas líneas de don Miguel de Unamuno: "Y me moriré repitiendo que la falta de austeridad no es sino falta de inteligencia y que no es sino tontería, pura tontería, tontería de remate lo que atrae a esa gentuza del buen tono a los centros del lujo y del vicio. No siendo el vicio de pensar todos los demás arrancan de deficiencias mentales.
Germana retenía a sus amigos a su lado; temía a la soledad; quería ser tranquilizada a todas horas; continuamente decía a la condesa: «¿Verdad que estoy mejor?» Y luego, en voz más baja, añadía: «¿Me moriré?» La condesa le respondía riendo: «Si la muerte viniese por usted yo le enseñaría mi cara y ya tendría buen cuidado de escaparse.» La condesa estaba orgullosa de su fealdad, como las otras mujeres lo están de su belleza.
¡Oh! abuela, no entristezcas el día de mi cumpleaños, te lo suplico. No me digas cosas tan horribles. En primer lugar, tú vivirás siempre. No, hija mía respondió la abuela con una conmovedora angustia en la mirada, no viviré siempre; no hay que hacerse ilusiones. Soy vieja, me moriré como los demás y, te lo repito, ¡qué será de ti sin parientes, sin familia allegada!...
Unos y otros apelarán á la espada, á la lanza, á la saeta, como antes que Eulame trajese los inventos de los Hombres-Montañas, y en esta lucha de músculos y de agresividad feroz, el hombre va á acabar por vencer á la mujer. ¡Pero esto tardará tanto!... Antes de que la guerra termine serán muchas las víctimas, muchísimas; entre las primeras figurará Ra-Ra, si usted no lo remedia ... y yo moriré.
Sé que moriré, mientras ignoro si seré o no dichosa en la vida que elija. Si me caso, preciso será, tarde o temprano, dejar a mi marido; si tengo hijos, también a ellos tendré que darles un eterno adiós... Multiplicar las afecciones es multiplicar las probabilidades de dolor... ¿Para qué buscar causas de sufrimiento?... ¡Ay!... ¿Qué responder a esto?
Palabra del Dia
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