Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 17 de julio de 2025
Me contempló con fijeza, se sonrió, y me dijo: ¡Tú también! Y luego se volvió a su rincón, y entonó su eterna melodía. Y entonces, cerca de mí, a mis espaldas, me estremeció una voz de mujer. Aquella voz había pronunciado, conmovida y trémula, una palabra de conmiseración para la pobre loca. Aquella voz me hizo temblar; me volví y vi delante de mí una mujer, un viejo y un niño.
¡Oh amigo mío! ¿qué resultará de la violencia de tantos pensamientos contrarios que me proporcionan a cada minuto un nuevo tormento? ¿Quién me hará triunfar de la imagen que me sigue por todas partes? ¿quién la desterrará de aquí, de mi memoria, que ocupa exclusivamente, con sus grandes ojos negros tan nobles y tan conmovedores, sus labios tan voluptuosamente bellos, el aire de amor y de bondad que flota sobre su rostro, y su hablar un poco lento cuya franca melodía me penetra?
«Cuando la acostaban, tocaba yo en el salón una melodía de Schubert. Ya estaba a punto de terminarla, cuando la señora Braun vino de su parte, a pedirme que siguiese. Por primera vez volvía Magdalena a oír música desde la terrible noche en que la música pudo costarle la vida. Accedí a su ruego, y cuando al terminar entré en su cuarto, la encontré sumida en una especie de arrobamiento. » ¡Oh!
Cuando está en el tabernáculo canta con mucha melodía mientras bailan las mujeres, siguiendo y repitiendo éstas el canto de la diosa, cuyo contenido es sus guerras y victorias. Síguese después la ceremonia del brindis y de las ofrendas, y luego vuela por los aires con grande aplauso y fiesta del pueblo.
Nadie chistaba ni se movía un punto de su sitio. Con la boca entreabierta y la mirada perdida seguían extáticos el curso de aquella melodía desesperada en que Violeta se lamentaba de morir después de haber penado tanto. Los más sensibles empezaban a soltar lágrimas, recordando alguna aventura galante de su vida juvenil.
Y Azorín, ya recogido, tras los cristales, oye a lo lejos la melodía lenta y triste del piano. Hace dos días ha llegado a Petrel un señor que representa a unos miles de hombres, que viven aquí, ante otros pocos hombres que se reúnen en Madrid. Estos hombres se juntan en un ameno sitio llamado Congreso. En este sitio hablan, pero de pie, inmóviles. No son peripatéticos.
Del valle se elevaba un canto marcial y sonoro, más grato para los sitiados que la más armoniosa melodía. ¡Allí, allí! prosiguió Simón. Vedlos que salen del bosque y toman el camino del castillo. Han visto las llamas y también la turba de esos condenados y cantan como siempre que la Guardia Blanca se prepara á dar y recibir testarazos. ¡Ah, valientes! ¡Á mí, Yonson, Roldán, Vifredo!
A otra en fin, le extasiaba oirle interpretar alguna famosa melodía de Mozart o Schuman en el violoncelo. Porque nuestro héroe tocaba el violoncelo con rara perfección y fuerza es confesar que este delicadísimo instrumento le ayudó poderosamente en las más de sus famosas conquistas.
Entonces se paró detrás de la mesa, de la que sólo sobresalía a partir del cuello. Parecía así una cabeza de querubín libre de la traba del cuerpo. Por fin, con la voz clara de un pájaro comenzó la siguiente melodía, cuyo ritmo era martillado y laborioso: Que Dios os de paz, alegres gentileshombres, Que nada os espante, Porque Jesucristo, vuestro Salvador, Vino al mundo para Navidad.
No pude contenerme, y llevé a mis labios aquel libro, aquella página, aquel nombre que no gusto de repetir, aunque resuena en mis oídos como celeste melodía; que está grabado en mi corazón; que no se aparta de mi mente; que para mí expresa todo cuanto hay de tierno y puro y santo aquí en la tierra.
Palabra del Dia
Otros Mirando