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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Mira, estoy loca de contenta... y si quisieras.... ¿eh? Di que sí. Si quisiese.... ¿Se te antoja algo más? No, hijita, basta por hoy, basta. No, nada de compras... pero esta noche... quería ir al concierto a lucir el espejo... mira tú, ni las de Amézaga ni esa jamona de Luisa Natal lo tienen... ni sabían que en Vichy lo hubiese... van a quedarse de una pieza... anda, Periquín; que sí, ¿verdad?
Aunque siempre con aficiones literarias, no comenzó a lucir como poeta hasta el cese de la soberanía española. A partir de 1898, consagróse al periodismo. Dirigió "El Renacimiento", diario filipino, nacionalista, escrito en castellano. Usó el pseudónimo Belisario Rosas. En 1907 fué elegido diputado. Ultimamente era secretario del Senado. Es correspondiente de la Real Academia Española.
Pero Miguel, arrastrado del deseo de lucir su habilidad en este nuevo ejercicio, no quiso atender a la negativa y se puso a cacarear de lo lindo en todos los tonos agudos y graves. La niña, agitada, convulsa, con los ojos espantados, gritaba cada vez con más fuerza: ¡No... ina no...! ¡feya, feya! Fue necesario terminar. El artista quedose un tanto mohíno viendo despreciados sus esfuerzos.
Vestía con lujo, y en su peinado se gastaban los polvos por almudes, y como no tenía malas carnes, a juzgar por lo que pregonaba el ancho escote y por lo que dejaban transparentar las gasas, todo su empeño consistía en lucir aquellas partes menos sensibles a la injuriosa acción del tiempo, para cuyo objeto tenía un arte maravilloso.
Gustaba ella de lucir por todos estilos y de dar a sus salones cierto tinte de sabiduría y refinamiento aristocráticos. Había educado tan bien a D. Joaquín, espoleándole para aquellos trotes, que él había ido, en su carrera desenfrenada, más allá de la meta que ella le puso.
En suma: la igualdad nacida del progreso y de la difusión de la cultura, nos acosará a todos, y el que no quiera someterse a ella, sino elevarse y lucir sobre sus semejantes, llegará a volverse loco y pondrá en cuanto haga el triste sello de su locura. Por dicha o por desgracia, este término del progreso está remotísimo aún y quizás no llegue nunca.
La libertad no ha muerto, Y en la sangrienta arena Donde se vé postrada Su aliento no rindió: De heridas traspasada, Y en rojo humor teñida, En sus convulsas manos Nuestro laurel salvó. Secad el triste lloro Que baña las mejillas Al sol de la esperanza Que miro ya lucir, Los pueblos no se salvan Con infecundo llanto, Sinó queriendo altivos Ser libres ó morir.
Era un caserón destartalado y obscuro, muy satisfecho de lucir sobre su pórtico ojival una vetusta cruz de arenisca roja, con una inscripción latina. Junto a aquella casa, vi otra más pequeña con postigos grises, y el jardín detrás. La conocí en seguida y entré sin llamar.
Como viera que todas estas razones contrariaban a mi hermana en su prisa por lucir a sus hijas, accedí al punto a sus deseos. No quería yo que ella interpretara mis observaciones como disculpa para eludir las molestias y aún las críticas a que da ocasión toda fiesta.
Así es que, sin duda por chiste y para lucir la agudeza de su ingenio, alguien defienda la Inquisición todavía, como por ejemplo, lo hace con mucha gracia el catedrático D. Juan Manuel Orti y Lara, el cual llega á exclamar: «¡Oh dichosas cadenas del Santo Oficio, que tan fuertemente sujetaban al monstruo de la herejía, que no le dejaban libertad alguna para impedir á los ingenios españoles el vuelo que tomaron desde las alturas de la fe por las regiones del saber y de la poesía!»
Palabra del Dia
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