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Hízolo así Sancho; lo cual visto por el eclesiástico, se levantó de la mesa, mohíno además, diciendo: -Por el hábito que tengo, que estoy por decir que es tan sandio Vuestra Excelencia como estos pecadores. ¡Mirad si no han de ser ellos locos, pues los cuerdos canonizan sus locuras!

No hizo caso míter Ezmite, por demás mohíno y amostazado con el bombardeo de comestibles; pero antes de que llegase al grupo cumpliose la profecía del ministro, interponiéndose más de treinta personas, que rodearon a los malaventurados apóstoles apretándolos en términos que no les dejaban respirar.

Era de notar ver a mi amo tan quieto y religioso, y a tan travieso, que el uno exageraba al otro o la virtud o el vicio. No cabía el ama de contento porque éramos los dos al mohíno; habíamonos conjurado contra la despensa. Yo era el despensero Judas, que desde entonces heredé no qué amor a la sisa en este oficio.

Amigo: me dijo muy gestudo y mohino ya me cansé de esperar.... ¿Qué le ha pasado? ¿Por qué viene usted a esta hora? Recuerde usted que el deber es lo primero. Déjese usted los amoríos para los ratos de huelga.

Y aquel personaje que allí asoma, con corona en la cabeza y ceptro en las manos, es el emperador Carlomagno, padre putativo de la tal Melisendra, el cual, mohíno de ver el ocio y descuido de su yerno, le sale a reñir; y adviertan con la vehemencia y ahínco que le riñe, que no parece sino que le quiere dar con el ceptro media docena de coscorrones, y aun hay autores que dicen que se los dio, y muy bien dados; y, después de haberle dicho muchas cosas acerca del peligro que corría su honra en no procurar la libertad de su esposa, dicen que le dijo: "Harto os he dicho: miradlo".

Pero al volver la vista al grupo que acababa de dejar, viendo una porción de ojos risueños fijos en él, se puso repentinamente serio y mohíno. ¡Qué partido tiene este Granate entre las chicas bonitas! exclamó Paco Gómez. Ya se lo decía yo el otro día. «Usted no necesitaba para nada ir a América habiendo mujeres ricas en el mundo. Usted tiene la fortuna en la fisonomía

En cierto momento al volver el rostro y al advertir, a distancia, la presencia de Ramiro, hizo un gesto de asombro y se dirigió a saludarle: Enhorabuena exclamó, alargando los brazos. Grata señal es ésta; pero, ¿por qué tan esquivo? Todos aquellos señores están golosos de ver y escuchar a vuesamerced. Siéntome, señor, harto mohíno y sin fuerzas.

Volvióse mohino, con la boca amarga sin saber por qué, tan preocupado, que tropezaba en la acera con las bandadas de lindas muchachas, que se dirigían al teatro, ávidas de presenciar la función de gala. Echóse al medio de la calle, para caminar con más desembarazo. Cuando llegó a casa, Pampa dormía otra vez en el umbral de la puerta.

Entonces, irritado y mohíno al considerar que había pasado la noche en blanco, se obstinó en pensar claro y armarse de sangre fría. ¿Qué diablos era aquello? ¿De cuándo acá meditaba él con semejante aquilatamiento sobre lo que hubiese podido suceder a una ex querida? Lo cierto era que sólo había dormido un rato, y ése soñando con ella.

Ellos levantaban bien; iban tres al mohíno pero quedaron mohínos los tres, porque yo, que sabía más que ellos, les di tal gatada que en espacio de tres horas me llevé más de mil trescientos reales. Di baratos y con mi «¡Loado sea Nuestro Señor!», me despedí, encargándoles que no recibiesen escándalo de verme jugar, que era entretenimiento y no otra cosa.