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Actualizado: 22 de mayo de 2025
La tía Felicia, que estaba roja como un tomate y unas veces reía y otras lloraba y otras abrazaba á todo el que se ponía al alcance de sus brazos, quería lucir á su hija á todo trance, quería presentarla en la romería. La tía Agustina, que también deseaba lucir á Nolo, secundó calurosamente este proyecto. Nadie se opuso á él.
Dios, al devolverme una esposa y una hermana, me da también un niño a quien amar, un niño que será hijo de los tres y que endulzará nuestras horas con sus juegos y su risa. Aún pueden lucir para Clara también días de sol si sabe resignarse... la más alta sabiduría que podemos alcanzar los mortales sobre la tierra. Los tres te deberemos nuestra felicidad.
Al verme en aquel humillante aislamiento por haber querido lucir entre patanes la gallardía de mi persona, en vez de quedarme aquí y de ser hipócrita y falsa, como vuecencia dice, me hubiera ido a Madrid, a Barcelona, quién sabe si a París, donde se entiende lo que es hermoso y elegante y se paga bien cuando se pone a la venta, y hace tiempo que viviría yo en un palacio y andaría en coche y gastaría en una semana más de lo que vale todo el caudal de vuecencia bien dividido.
Muy señor mío añadía don Simón, quitándose los guantes, abriendo las solapas y dando un cigarro al campesino, para lucir tres cosas de un golpe: su rumbo, su cadena y sus diamantes.
Arriba, en la cubierta, sólo quedaban los paseantes tenaces, y en el café los jugadores de poker, para los cuáles no había músicas ni bailes que pudiesen alejarlos del tapete verde. La familia italiana rodeaba a su prelado, empujándolo cariñosamente. ¡Ánimo, ilustrísima! Debía descender al salón para echar un vistazo a la fiesta y lucir la cruz de oro.
Ya se ha acabado el aceite o el carbón; pero tal priesa se han dado.... Mande vuestra merced comprar más, y a fe que se ha de lucir de otra manera; denle dineros a Pablicos." Dábanmelos, y vendíamosle la mitad sisada, y de lo que comprábamos sisábamos la otra mitad; y esto era en todo. Y si alguna vez compraba yo algo en la plaza, por lo que valía reñíamos adrede el ama y yo.
Y la madre parecía que quería adelantar una objeción; y la mujer hermosa, que en realidad, en fuerza de la plácida beldad de Leonor, había concebido por ella un tierno afecto, decía precipitadamente estas buenas razones, que la madre veía lucir delante de sí, como puñales encendidos. Porque usted ve, doña Andrea, que la posición de Leonor en el mundo, va a ser sumamente delicada.
Adios, adios por siempre, celestes fantasías Que al corazon tranquilo, y en mas serenos días, Brindaron halagüeñas, dichoso porvenir, Pasad engañadoras visiones peregrinas: En vez de frescas rosas tan solo piso espinas, Y el sol de mi esperanza no veo ya lucir.
Si tal vez se complacía en lucir alguna habilidad, alguna buena prenda de su espíritu, algún primor o elegancia de su persona, era con los capaces de sentir el estímulo de imitarla o alzarse hasta ella; no por el prurito de excitar estéril admiración o envidia dolorosa. Doña Luz, por lo mismo que tenía tanto orgullo, no tenía chispa de vanidad. Gustaba en todo de pagar con usura lo que recibía.
Pero la criolla, satisfecha de su esplendor, que era el coronamiento de una vida humilde, atribuía á la envidia tales quejas. Su hija era una señorita y no podía lucir estas preciosidades. Pero más adelante le agradecería que las hubiese reunido para ella. La casa resultaba ya insuficiente para contener tantas compras.
Palabra del Dia
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