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Actualizado: 16 de mayo de 2025
El conde se puso repentinamente serio, llevose la mano a la frente y replicó al cabo de unos momentos con acento sombrío y como si se hablase a sí mismo: Fatigado, sí; ésa es la verdadera palabra... ¡Muy fatigado!... La fatiga me sale por los poros. Guardaron ambos silencio. El conde quedó entregado a una intensa meditación que trazó en su frente arruga profunda.
Llevose la mano a su sombrerote de fieltro y le informó con rostro alegre de que aquella misma madrugada una de las vacas había parido. El propietario se acercó con satisfacción también a la vaca que lamía al tierno chotillo, echado debajo de ella, dejando escapar débiles mugidos de amor y de orgullo. Después emprendió de nuevo su paseo.
La desgraciada criatura corrió todavía algún tiempo y al fin se detuvo jadeante. El pretil de la carretera estaba bajo en aquel sitio y se sentó. Entonces fue cuando sintió el dolor de los golpes. Llevose las manos a la cabeza, después a la cara, por donde sentía correrle un líquido caliente, que al principió pensó sería la lluvia.
Llevose las manos al pecho. ¡En qué peligro estáis, hijo mío! Agora hecho de ver, y en quien menos lo deseara, el daño que pueden hacer en las almas de corta experiencia y estudio, los escritos milagreros, quitándoles toda humildad e despertando en ellas las aprehensiones sobrenaturales, con gran regocijo del Demonio.
Tú serías bebedor á fuer de soldado... no se ha de decir que te he dejado morir de sed, viéndonos vaciar veinte botellas... ¡toma! Y esto diciendo llevóse la copa á los labios, y después de humedecérselos con el licor que contenía, le arrojó el resto á la cara, prorrumpiendo en una carcajada estrepitosa al ver cómo caía el vino sobre la tumba goteando de las barbas de piedra del inmóvil guerrero.
Llevose la mano a la cabeza y la retiró manchada de sangre. Notó que el brazo derecho le dolía horriblemente. «Vamos, vamos le dijo uno , véngase usted a la Casa de Socorro». Gatera... miserable... Vamos; ya eso se acabó... ¿En dónde tiene usted el sombrero? Maxi no dijo nada ni se cuidó del sombrero.
Su cuerpo hizo retemblar el piso; las monedas se esparcieron en derredor suyo; movió repetidas veces la cabeza, afectada, al parecer, de un profundo dolor interno; llevóse ambas manos al pecho, crispando los dedos, y al fin quedó quieta, sin más movimiento que las expansiones violentas de su pecho, sacudido por una respiración fuerte y ruidosa.
No me contestó; llevóse las manos al pecho, y fijó la mirada en una cestilla que tenía delante. Angelina... supliqué. ¡Silencio! ¡Silencio horrible! La emoción la ahogaba. Oía yo los latidos de su corazón. Angelina, una palabra.... ¡Una palabra, por piedad!
Acerquéme a ésta enseguida con la disculpa de enseñarla no sé qué chucherías que asomaban entre los papeles colorados de una caja a medio abrir; llevóse Neluco a los demás hacia el crucero, y la dije en cuanto nos vimos solos: Su madre de usted está en lo cierto, por lo que toca al destino de estas obras: no se hacen para mí solo; pero se equivoca en lo principal: en lo que presume de la reina con quien deseo compartir este humilde alcázar de mi señorío.
Hizo entonces una pausada reverencia, adivinando, por detrás de la barandilla, doncellas y galanes que acababan de enmudecer. Por fin una voz exclamó: Lléguese vuesa merced a la tarima. Era Beatriz. Había que avanzar y avanzó; pero después de algunos pasos felices, llevose por delante una bandeja de metal donde vidrios y porcelanas se entrechocaron terriblemente.
Palabra del Dia
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