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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Aquí se eslabona insensiblemente el lema de este capítulo: «Es el hombre de la naturaleza que no ha aprendido aún a contener o a disfrazar sus pasiones, que las muestra en toda su energía, entregándose a toda su impetuosidad.» Ese es el carácter del género humano y así se muestra en las campañas pastoras de la República Argentina.
Los Grandes alargaban las cabezas, ansiosos de oír a Jacobo... Acababan de ver retratado, cual en un espejo, en el discurso de Benhacel, lo que debe de ser un Grande, lo que significa aquel lema de la antigua hidalguía: nobleza obliga, que no exige ciertamente que cada título de Castilla sea un genio, ni cada Grande de España un héroe, ni cada apellido ilustre un santo; porque ni el genio se hereda, ni la inteligencia se vincula, ni el heroísmo es un pergamino, ni la santidad un mayorazgo.
El feudalismo del dinero pesa hoy sobre los pueblos, mas terrible aun que el de la edad media; este oprimia á nombre de ciertos principios, que aunque ridículos, tenian algo de noble y de grande en la forma; el de nuestros dias es miserable y torpe, no tiene mas lema ni escudo que el dinero, que es su religion, su política, su moral, su blason, todo: el dinero, y nada mas que el dinero.
De Calcuta, de Constantinopla, de Terrrones, Jacobito, de Terrrones, pueblecillo de tres casas, en la provincia de Salamanca; y siempre con el mismo lema: ¡Mentecato!... Un día, el 20 de enero, san Sebastián márrtir, ¡me acuerdo muy bien!, estaba más tranquilo; llegó el correo y no trajo carrta ninguna... Porr la tarrde abro ahí y abrió la mesilla de noche y allí... dentro me encuentro una carrta; la abro... ¡Mentecato!... Dime tú si eso no es para volverrse loco; si no encierra un misterio terrible, que tu carrtita del sello me va ahorra explicando...
Desdo allí se pasa á otras estancias espaciosas con su gran chimenea, que conservan un enmaderado particular, como lo observará cualquiera que las visite. En el friso del artesonado de las tres salas de afuera que acabo de describir, se halla repetido el letrero latino que antes he trasladado literalmente. Significado del lema de la empresa
Considerando la apagada inscripción, yo meditaba en la posible realidad de su influencia. ¡Quién sabe qué activa y noble parte sería justo atribuir, en la formación del carácter y en la vida de algunas generaciones humanas, a ese lema sencillo actuando sobre los ánimos como una insistente sugestión! ¡Quién sabe cuántas vacilantes alegrías persistieron, cuántas generosas empresas maduraron, cuántos fatales propósitos se desvanecieron al chocar las miradas con la palabra alentadora, impresa como un gráfico grito, sobre el disco metálico que circuló de mano en mano!... Pueda la imagen de este bronce troquelados vuestros corazones con ella desempeñar en vuestra vida el mismo inaparente pero decisivo papel.
Tiene por distintivo el Excelentísimo Ayuntamiento, según Real cédula de 9 de Noviembre de 1819, en vez de la banda de tafetán encarnada, concedida por Real orden de 27 de Julio de 1807, una cinta roja de aguas de una mano o algo mas de ancho, con los cantos de color de plata, dos borlas de oro a sus estremos y el escudo de armas de la ciudad en el pecho con una orla, y en ella el siguiente lema: En premio de lealtad.
Consultado sobre el caso a Tiburcio, que de todo entendía, Tiburcio hubo de decirle que no le parecía mal su propósito, con tal de que la empresa no fuese sobrado jactanciosa, ni tampoco muy clara ni muy obscura, sino dotada de la discreción conveniente y con lema, mote o divisa de notable concisión y más bien en latín que en idioma moderno.
Yo lo negaría redondamente si no supiese que cuanto más bárbaro, y, por tanto, más religioso es un pueblo, tanto más susceptible es de preocuparse y fanatizarse. Pero las masas no se movieron espontáneamente, y los que adoptaron aquel lema, Facundo, López. Bustos, etc., eran completamente indiferentes. Esto es capital.
Había lo bastante con esto para restablecer el antiguo y noble orgullo de los tiempos de Carlos III, para libertarnos por siempre jamás amén de la rabia y comezón de imitar, recobrando nuestra inmaculada y pura nacionalidad; en fin, había lo bastante para decir al monumento del Dos de Mayo, a la estatua de Felipe IV y a la de Cervantes: «Humillaos, sombras ilustres, que aquí viene quien sobrepuja vuestra grandeza y vuestra gloria.» No faltaron entusiastas que pensasen acudir a la reina, para que se dignase ennoblecer a María, dándole un escudo de armas, cuyo lema, imitando el de los duques de Veragua, en lugar de: «A CASTILLA Y A LEÓN, NUEVO MUNDO DIO COLÓN», dijese: «A ALTA Y BAJA ANDALUCÍA, NUEVA GLORIA DIO MARÍA.» En fin, tal era la impresión hecha por la cantatriz en el público de Madrid, que ya no se escribía en las oficinas ni se estudiaba en los colegios: hasta los fumadores se olvidaban de acudir al estanco.
Palabra del Dia
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