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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Josefina, para quien su padre era un socio del Casino que venía a dormir a casa, y que no hallaba en su madre sino la encargada de satisfacer frívolos caprichos, ni veía en el aya más que una criada con vestido de seda, fue poco a poco acercándose a Lázaro, movida simultáneamente de la necesidad de un amigo para su soledad, de la simpatía que inspiraba el hombre y el respeto que infundía el clérigo.
Josefina gritó la viuda a la pianista ¿qué haces, niña? ¿No te encargó doña Hermitas que pusieses el pedal en ese pasaje? Y lo pone intervino la maestra de piano ; pero debía ser desde el compás anterior.... A ver, quiere usted repetir desde ahí... sol-la-do, la-do.... ¡Lo hace hoy.... Jesús, qué mal! ¡Por lo mismo que hay gente! murmuró la madre . Cuando está sola, aunque embrolle....
Al llegar al piso principal, Aldea, espiado siempre por Lázaro, cruzó los pasillos desiertos, y atravesando la galería que separaba las habitaciones del duque de las de su esposa y su hija, penetró en una sala, ala cual afluían dos grandes corredores, uno que conducía al cuarto de la duquesa, y otro que llevaba al de Josefina.
¡Madrina! ¡ven, madrina!... Mira, Paula y Concha me han cortado el pelo. Amalia avanzó algunos pasos por la estancia y, evitando la mirada de la niña, fijó los ojos severos en su cabeza, y dijo con imperio y frialdad: No está bien así. Córtelo usted al rape. Y se alejó con la frente fruncida. Josefina, atónita, la siguió con los ojos.
A los pocos momentos apareció el rostro pálido y suave de Josefina. Paseó sus ojos tristes por la sala, y a una seña de su madrina dirigió sus pasos al gabinete. Al cruzar por detrás del conde, volviose éste a medias y le echó una mirada rápida y ansiosa, que no pasó inadvertida a la sagacidad de sus interlocutores. La niña levantó sus ojos hacia él, brillando con sonrisa feliz.
Animadísimo lo encuentro yo. ¿Por qué dice usted eso?... Y los ojos de Baltasar buscaron los de Josefina, y una mirada se cruzó entre ambos. ¡Qué cosas tiene usted! Vaya, falta gente: usted no lo notará, pero sí falta. Yo, intervino Lola, me aburro con tanto dar y dar vueltas.... En cualquier sitio me divertiría más.
D. Pedro de Arellano, conde de Aguilar . Comedia llamada Fidea, compuesta por Francisco de las Navas . Farsa llamada Custodia. Farsa de Los enamorados. Farsa llamada Josefina.
La misma Josefina, ídolo de aquel culto, no sospechó que bajo la pobre sotana del capellán de sus padres empezaba a realizarse el misterioso génesis que se cumple cuando el amor dice cerca de un alma: «sea hecha la luz.»
Nosotros debemos hacer las cosas de otro modo. D. Pedro no pudo menos de sentir el peso de aquella verdad innegable. Josefina cruzó el salón para ir a acostarse. Al pasar rozando con Fernanda, que estaba sentada y sola, ésta la pilló al vuelo por un bracito y la atrajo.
¿Qué haces ahí? dijo el barón, agarrándola por un brazo. ¡Perdón! exclamó Josefina en el colmo del terror. ¡Por Dios, no me pegue usted, señor! Ya me pegaron mucho. La mano del caballero se aflojó repentinamente y, cambiando de voz y de tono, dijo: No, hija mía, no; nadie te pegará. ¿Cómo estás aquí a estas horas? Me ha pegado mucho mi madrina y me escapé de casa. ¿No tienes padres? No, señor.
Palabra del Dia
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