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Actualizado: 24 de octubre de 2025


La terrible escena que había pasado, el sacrificio de su hermana y su justo desprecio después, no habían dejado huella en su vida. Hacía lo mismo que antes. Se mostraba tan cuidadosa de su persona y descuidada de las otras como siempre lo había sido. Sin embargo, cuando se encontraba con la mirada clara y penetrante de su hermana, bajaba la suya prontamente.

No me hago peor de lo que soy; pero si los demás no tienen la conciencia de mi decadencia, yo la tengo, indestructible. Este sentimiento disputaría la vida a la fe. Ante la tumba de la hermana de usted, cuando usted se hallaba lejos, cuando no sabía lo que sucedería entre nosotros, pensé en unirme a usted con un sentimiento fraternal. Ahora veo que aun esto nos está prohibido.

Por esto les parece menos insoportable el venderse los unos á los otros: el padre á la hija, el marido á la mujer, el hermano á la hermana; y esto por codicia de solo un cuchillo ó una hacha, ó de otra cosa de poca monta, aunque los compradores sean sus mortales enemigos, que hayan de hacer de ellos lo que su odio, pasión ó enemistad les dictare.

No creas que te reproche nada. Le has coqueteado a Castilla sabiendo que él me festejaba. No me importaría, no tengo celos, te lo juro, pero lo que has hecho me demuestra que no soy nada para ti, que me desprecias, y si es así ya no quiero ser tu hermana.

La contestación de Maximina tardó seis en llegar. La impaciencia que nuestro joven manifestó en estos días hizo reír mucho a su hermana. Contra su costumbre, aguardaba en casa al cartero, y hasta le espiaba detrás de los cristales del balcón y le iba a abrir él mismo la puerta.

Y la joven se expresaba con serenidad, con frescura, como si se tratase de la honra de otra y aquel Roberto fuese un infeliz a quien calumniaban. Juanito no podía contener su asombro. ¡Dios mío! ¡qué gente aquélla! ¿Y era su hermana la joven que permanecía tranquila ante suposiciones ofensivas para su dignidad?

Sobresaltóse Candido del tonillo con que acompañó esta pregunta, y no se atrevió á decir que fuese su muger, porque verdaderamente no lo era; ni ménos que fuese su hermana, porque no lo era tampoco; puesto que esta mentira oficiosa era muy freqüentemente usada do los antiguos: pero el alma de Candido era tan pura que no pudo desmentir la verdad.

Esa buena americana que tiene un buen marido y una buena hermana enamorada de un buen oficial, sobrino de un buen cura, toda esta buena novela que de buenas en buenas acciones, concluye por un buen matrimonio... ¡no está en la verdad ni en la naturaleza!

Su tío D. Cayetano Villuendas estaba casado con Eulalia hermana del marqués de Casa-Muñoz, y poseía muchos millones; en cambio, había un Villuendas tabernero y otro que tenía un tenducho de percales y bayetas llamado El Buen Gusto. El parentesco de los Villuendas pobres con los ricos no se veía muy claro; pero parientes eran y muchos de ellos se trataban y se tuteaban.

Y Reynoso, que por encima del muro había oído el grito, salía ya por la puerta del jardín y venía corriendo hacia ella. ¡Un secuestrador! ¡Un secuestrador! seguía gritando cada vez más sofocada Elena. Don Germán dirigió la vista al sitio que su esposa había dejado y vio a su hermana hablando tranquilamente con el bandido, aunque a respetable distancia uno de otro.

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