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Actualizado: 24 de octubre de 2025
Un día encontramos en la carretera uno de tres o cuatro años de edad revolcándose en el polvo, en cuya delicada operación parecía encontrar gran deleite, a juzgar por las risotadas que daba de vez en cuando, sobre todo cuando el polvo se le metía por los ojos y las narices. Mire usted, por la Virgen, esta criatura exclamó la hermana San Sulpicio. Mire usted, madre, lo que está haciendo.
Es hermana de un amigo mío... Pero hace ya tiempo que le veo bailar con otra muy salada que se llama Valentina, ¿verdad? Es una chica muy graciosa... ¡Caramba qué buen ojo tiene usted, señorito!... A esta Valentina la conozco un poquito... Hemos sido algo amigos en otro tiempo... ¿No le ha hablado alguna vez de mí... de un tal Cosme?
Aquella noticia acabó con las vacilaciones de la joven cuya mente, por lo demás, estaba ya bastante trabajada merced á tantas noches en vela y á sus horribles ensueños. Pálida y con los ojos estraviados, buscó á hermana Balî y, en voz que daba miedo, le dijo que estaba dispuesta y la preguntaba si la quería acompañar.
Mientras que Silas y Eppie estaban sentados en el banco de césped conversando a la sombra recortada de una encina, la señorita Priscila Lammeter se resistía a aceptar los argumentos de su hermana. Esta pretendía que valdría más tomar el té en la Casa Roja y dejar que durmiera una buena siesta el señor Lammeter, que partía para las Gazaperas con el cabriolé así que terminara la comida.
Es preciso; no puedo interceder por ti con mi madre sin confirmar sus sospechas... Si es que no tiene más que sospechas. Por otra parte, no puedes estar eternamente al lado de Blanca como institutriz. No, pero puedo estar como hermana y como tu mujer. ¿No estamos casados? Sin duda, sin duda, pero estaría muy mal elegido el momento para semejante confesión.
Sí, me dijo que tú eras del hospicio prosiguió Pepín imaginando que el silencio de su hermana significaba aprobación. Yo entonces... yo entonces le dije: «Eso es mentira».
No le daba la gana de irse, y no se iba. Ella era muy flamenca; le gustaba la tierra y su gente. Marcharse sería poco menos que morir. Anduvo algún tiempo por Madrid con su hermana, pero sus viajes fueron de corta duración.
D. TELL. Veinte vacas Y cien ovejas darás A Sancho, a quien yo y mi hermana Habemos de honrar la boda. SANCHO. ¡Tanta merced! PELAYO. ¡Merced tanta! SANCHO. ¡Tan grande bien! PELAYO. ¡Bien tan grande! SANCHO. ¡Rara virtud! PELAYO. ¡Virtud rara! SANCHO. ¡Alto valor! PELAYO. ¡Valor alto! SANCHO. ¡Santa piedad! PELAYO. ¡Piedad santa! D. TELL. ¿Quién es este labrador Que os responde y acompaña?
Clara, la hermana mayor, es pacífica y callada, y dice que á todo prefiere el silencio del claustro. Eugenia, la menor, es, al contrario, más viva y resuelta, agradándole el trato del mundo, razón suficiente para que su padre se proponga casarla antes.
Habiendo sabido que me dirigía a la capital, se presentó cuando estaba yo almorzando para decirme que una hermana suya, casada con un acomodado mercader de Estrelsau, lo había invitado a ocupar un cuarto en su casa durante las fiestas de la coronación. Que había aceptado de mil amores, pero ahora se hallaba con que sus deberes no le permitían ausentarse.
Palabra del Dia
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