Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 17 de junio de 2025
Eran bancos con la elegancia de líneas de un sofá del pasado siglo, frescos y de saludable dureza, en los que gustaba sentarse Leonora por las tardes, cuando las palmeras extendían su sombra en la plazoleta. En uno de ellos leía la sencilla doña Pepita la historia del santo del día, ayudada por unas antiguas gafas con montura de plata.
Era signo de distinción y de buen gusto dejarse robar por la eminencia; se congregaba para cruzar sonrisas y saludos lo mejorcito de Valencia, y las dos niñas pasaban el día siguiente hablando con entusiasmo del do de pecho del tenor y de los vestidos escotados de las del palco 7; de los diamantes de la tiple y de la facha ridícula del director de orquesta, un tío melenudo, con gafas de oro, que en los momentos difíciles braceaba como un loco, se levantaba del sillón y parecía querer pegarles a los músicos, a los artistas y hasta al público.
Había visto brillar las gafas de éste y ocultarse en seguida en una de las ventanas. Debajo, a la puerta misma de la rectoral, un grupo numeroso de muchachas bailaba la giraldilla, cantando a grito pelado coplas de circunstancias improvisadas en el momento.
Los contornos de aquella figura se esfumaban en la sombra. Pero los diamantes del pectoral lanzaban destellos y los cristales de las gafas brillaban también con los débiles rayos de luz que sobre ellos caían. Avanzó algunos pasos por la sala. Obdulia se dejó caer de rodillas.
Simoun levantó la cabeza y aunque su mirada no se podía leer oculta por sus gafas azules, en el resto de su semblante se podía ver que estaba sorprendido. ¡Bonita réplica! dijo; pero témome que se guasee y me pregunte cuándo se convertirá el agua en vapor y cuándo en océano. ¡El P. Camorra es algo incrédulo y muy zumbon!
Allí, desde tiempo inmemorial, afluían los raqueriles productos de todo el pueblo, que, aunque singularmente valían cortísimas cantidades, llegaron, según es fama, á formar, en cuerpo colectivo, un decente capital al humilde mercader que, ocultando su mustia fisonomía bajo una gorra de pieles, y detrás de unas gafas como dos ruedas de polea, tenía fuerza de voluntad ó codicia bastante para luchar de sol á sol con tan notabilísima parroquia.
Levantose aprisa, y corriendo al lado del enfermo, hallole sentado en el lecho, pálido, con las gafas caladas, los ojos chispeantes y las manos en movimiento como quien acompaña de expresivos gestos las palabras que a sí mismo se dice: ¿Qué hay? preguntó ¿se ha deshecho el entablillado? ¿Qué es eso?... ¿calentura, dolores?
No pasé de la puerta, y ya no puedo con mi humanidad. Echóse para atrás, y mirándome por sobre las gafas agregó: Ayer escribí a López.... Tendré mucho gusto en darle a usted el empleo. Me gustan los jóvenes como usted. ¡Ya veremos! Ya veremos si encuentro en mi nuevo amanuense lo que deseo y he buscado siempre: un joven «inteligente, activo y útil...» Mañana me tendrá usted por allá.
Ahora bien: ¿por qué son tantos en Villaverde? Don Cosme movía la cabecilla y hacía un gesto de duda, para decir: «¡No lo sé!» Castro Pérez se componía las gafas. Voy a decirlo, ¡porque en esta tierra no tiene porvenir la juventud! ¡Porque los horizontes son obscuros!
En los paseos públicos habría unos bancos para niños, unos bancos para niñeras, unos bancos para ancianos, y quizás hubiese también unos bancos especiales para los candidatos al Parlamento: los chicos de tres años, cuando estuviesen cansados de jugar, irían de banco en banco, y, calándose unas gafas, estudiarían los diferentes letreros: ¿Soy yo candidato? se preguntaría Manolín . ¿Soy una niñera?...
Palabra del Dia
Otros Mirando