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Actualizado: 19 de mayo de 2025
No, misterio no gritó Teodoro con cierto espanto es el horrendo desplome de las ilusiones, es el brusco golpe de la realidad, de esa niveladora implacable que se ha interpuesto al fin entre esos dos nobles seres. ¡Yo he traído esa realidad, yo! ¡Oh!, ¡qué misterio! repitió Florentina, que no comprendía bien por el estado de su ánimo.
Este es un ejemplo del estado a que vienen los seres moralmente organizados para el bien, para el saber, para la virtud y que por su abandono y apartamiento no pueden desarrollar las fuerzas de su alma. Viven ciegos del espíritu, como Pablo Penáguilas ha vivido ciego del cuerpo teniendo vista. Florentina, vivamente impresionada, parecía haber comprendido las observaciones de Golfín.
A casa, a casa. Ven tú también, Nela, para que tomes chocolate dijo Penáguilas, poniendo su mano sobre la cabeza de la vagabunda . ¿Qué te parece mi sobrina?... Vaya que es guapa.... Florentina, después que toméis chocolate, la Nela os llevará a pasear a entrambos, a Pablo y a ti, y verás todas las hermosuras del país, las minas, el bosque, el río....
Sí, sí... no puede ser tan hermosa manifestó el ciego, poniéndose pálido y revelando la mayor angustia . Nela, amiga de mi corazón; ¿no sabes lo que mi padre me ha dicho anoche?... Que si recobro la vista me casaré con Florentina. La Nela no respondió nada. Sus lágrimas silenciosas corrían sin cesar, resbalando por su tostado rostro y goteando sobre sus manos.
Nela... ¿tú por estos barrios?... Creíamos que estabas en casa de la señorita Florentina, comiendo jamones, pavos y perdices a todas horas y bebiendo limonada con azucarillos. ¿Qué haces aquí? ¿Y tú, a dónde vas?
No, no salgas dijo Pablo vivamente . Ella parecerá, ella vendrá sola. Parece loca. ¿Sabe que tengo vista? Yo misma se lo he dicho. Pero sin duda ha perdido el juicio. Dice que yo soy la Santísima Virgen y me besa el vestido. Es que le produces a ella el mismo efecto que a todos. La Nela es tan buena.... ¡Pobre muchacha! Es preciso protegerla, Florentina, protegerla, ¿no te parece?
¿Qué?... ¡por Dios y la Virgen!... ¿qué te pasa? No puedo ir allá. Y señaló la casa de Aldeacorba, cuyo tejado se veía a lo lejos entre los árboles. ¿Por qué? La Virgen Santísima lo sabe replicó la Nela con cierta decisión . Que la Virgen Santísima la bendiga a usted. Haciendo una cruz con los dedos se los besó. Juraba. Florentina dio un paso hacia ella.
Era éste de condición tan desabrida y dura que su hija por no aguantarle se metió monja y su hijo le robó y huyó a Italia. Sus cuadros reflejaban su carácter: pintaba con extraordinario vigor, sin imitar a los que habiendo estado en Italia volvían entusiasmados con la gracia y la elegancia de las escuelas romana y florentina.
¡Ah! dijo Pablo mi tío me dijo que Florentina había recogido una pobre.... ¡Qué admirable bondad!... Y tú, infeliz muchacha, alégrate, has caído en manos de un ángel.... ¿Estás enferma? En mi casa no te faltará nada.... Mi prima es la imagen más hermosa de Dios.... Esta pobrecita está muy mala, ¿no es verdad, doctor? Sí dijo Golfín , le conviene estar sola y no oír hablar. Pues me voy.
Teodoro se inclinó, y besando la frente de la Nela, dijo así con firme acento: Mujer, has hecho bien en dejar este mundo. Florentina se echó a llorar, murmurando con voz ahogada y temblorosa: Yo quería hacerla feliz, y ella no quiso serlo. Adiós ¡Cosa rara, inaudita!
Palabra del Dia
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