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Actualizado: 15 de julio de 2025
Gran talento demuestran para ello así la madre como el hijo. Con su alegría, sus caricias y las distracciones que procura el mar, apodéranse del ánimo fatigado, despertando en él otras ideas. Este triunfo les corresponde de derecho: llévanlo á todas partes, á ver su playa, á que contemple su mar, disfrutando con la admiración que producen estos objetos al recién venido.
Todos de allá, qual yo, puestas las manos, Las rodillas por tierra, sollozando, Cercados de tormentos inhumanos, Poderoso señor, te están rogando Vuelvas los ojos de misericordia A los suyos, que están siempre llorando: Y pues te dexa agora la discordia, Que tanto te ha oprimido y fatigado, Y á mas andar te sigue la concordia, Haz, buen Rey, que sea por tí acabado Lo que con tanta audacia y valor tanto Fue por tu amado padre comenzado.
El bufón se detuvo fatigado. Dorotea temblaba. Oye... oye aún... continuó el bufón . Durante los primeros años de tu vida, te amé como á mí propio... más que como á mí propio... yo lo empleaba todo en ti... el oro que había robado... mi soldada... tú eras una pequeña dama... estabas mejor vestida, tenías más juguetes y más ricos que las hijas de gente noble y poderosa que se criaban en el convento... yo enloquecía por ti... porque tú eras para mí más que mi amor: eras el recuerdo de un horrible crimen... yo veía sobre tu pura y hermosa frente de ángel una mancha roja...
Pues entonces, Nela dijo Celipín, fatigado de sus largos discursos yo te dejo y me voy, porque pueden descubrirme.... ¿Quieres que te dé una peseta, por si se te ofrece algo esta noche? No, Celipín, no quiero nada.... Vete, tú serás hombre de provecho.... Pórtate bien y no te olvides de Socartes, ni de tus padres.
Tiene que enviar un recado a Lupe». Subió el pobre chico, y doña Desdémona le hizo esperar un ratito, pues estaba ayudando a su marido a desnudarse. Acababa de entrar, muy fatigado; le llamaron a las doce y hasta aquella hora no había podido volver a casa.
Esta obra debiera ir a un Museo». Y para sí, mascando más fuerte y metiendo más la mano en el bolsillo: «Vaya una mamarrachada... Es como salida de esa cabeza de corcho. Sólo tú, grandísimo tonto, haces tales esperpentos, y sólo a mi mujer le gustan... Sois el uno para el otro». Retirose aquel día del trabajo D. Francisco más fatigado que nunca.
Tan poco, señor, que me creo enteramente incapaz de improvisar dos frases en público. ¡Hum! no es eso precisamente á lo que puede llamarse vocación para orador; será preciso dirigirse á otro lado, pero la materia exige más amplias reflexiones. Por otra parte, veo que está usted fatigado. Tome los papeles que le suplico examine á su satisfacción. Tengo el gusto de saludarle.
Lo que yo dijo y sostengo manifestó una de las samaritanas, tirando por la calle de enmedio , es que este D. Juan Pablo está guillado. Loco, tal vez no; pero fatigado sí de sus inútiles esfuerzos. Ni abriendo con martillo un boquete en aquellas cabezas de piedra, lograría meter la luz de la verdad.
Su contendiente había comenzado el último sin apresurarse y sin descansar, lanzando en torno una mirada triste de buey fatigado que contempla el horizonte con el deseo de que se oculte pronto el sol, para volver al establo. Los mineros ansiaban una catástrofe, un temblor del suelo, algo que les permitiese huir de allí, sin encontrarse con los ojos de aquellas gentes.
La noche anterior, en un momento de calma, cuando Pep descansaba en su cocina con el brazo fatigado y el gesto triste del padre que acaba de pegar fuerte, el atlot, rascándose los golpes, había propuesto un arreglo.
Palabra del Dia
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