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Actualizado: 9 de mayo de 2025


De lo demás que vuecencia dice en su carta, no nada, ni me parece que haya nada, porque aunque después de leer la carta de vuecencia observé cuidadosamente á entrambos, sólo vi que se trataban como conocidos, sin interés alguno. Doy á vuecencia las gracias por la prueba de confianza que me ha dado en su carta, y quedo rogando á Dios por su vida.

Y acuérdate de aquel refrán que dice: "Al cielo rogando, y con el mazo dando."

No puedo escribiros más, mi buen padre. Estoy aturdida con lo que me sucede; enviad vuestra bendición, señor, á vuestra hija que os ama y queda rogando á Dios por vuestra vida. ClaraCerró esta carta y llamó. Que venga al momento Anselmo dijo. Presentóse poco después un escudero como de cincuenta años. Monta al momento á caballo, mi buen Anselmo dijo Clara , y ve á llevar á mi padre esta carta.

Algunos ratos, los pasaba yo rogando en alta voz junto a su lecho: su hermano, arrodillado en el umbral de la puerta, parecía escuchar el rezo. ¡Qué espectáculo más triste el que presentaba aquella habitación!

Cuáles caían, cuáles se apresuraban por coger a hurto las puertas, buscando seguridad en la fuga, y cuáles, éstas eran las más principales, formando corro alrededor de María, manifestaban querer dividir una suerte común, rogando a unos y suplicando a otros que difieriesen para otro caso tanto encono y tanta pelea.

Total: que el carnicero despidió al muchacho, y su abuelo le buscó colocación en Valencia en casa de otro cortante, rogando que no le concediesen libertad ni aun en días de fiesta, para que no volviera á esperar en el camino á la hija de Batiste. Tonet partió sumiso, con los ojos húmedos, como uno de los borregos que tantas veces había llevado á rastras hasta el cuchillo de su amo.

Y así, cual las estrellas del cielo numerosas, por se sacrifican mil vidas sin dolor: y al oir de los combates las cargas horrorosas rogando porque vuelvan tus huestes victoriosas oran niños, mujeres y ancianos con fervor.

Herminia cerró la ventana, se desnudó, hizo su oración, rogando al cielo que la devolviese su marido, y se durmió más calmada. Por la mañana se presentó para el almuerzo y tuvo que sufrir los cumplimientos insidiosos del ex-abogado. Durante el día Clementina propuso un paseo por el parque, pero á Herminia le pareció un suplicio pasear entre Bobart y la señorita Guichard.

Estaba yo abatida por la inquietud, llorando y rogando sentada en un canapé, con los balcones abiertos.

A los tres cuartos de hora se sentaba el enfermo por su propio esfuerzo y por su libre voluntad; otro cuarto de hora después, pedía minuciosas noticias de todo lo que le había pasado; a la hora y media, comía con gran apetito y bebía cuando le daban; y sin cumplirse las dos horas, ensayaba sus bríos de caminante pataleando sobre la nieve y rogando al Cura y a Neluco que se rompiera la marcha cuanto antes.

Palabra del Dia

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