Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 9 de julio de 2025
Nadie imagina que es Eugenia, á quien se cree muerta á causa de su desaparición repentina, y á la cual, por orden del príncipe Cesarino, ha de levantarse un templo como á una divinidad.
II de Guárdate del agua mansa: «D. TORIBIO. Pues de mi cuidado ¿en qué estriban los desvelos? EUGENIA. Preguntádselo a los cielos, a los astros y a los hados, que no inclinan mi albedrío. D. TORIBIO. Pues en algo está el busilis. EUGENIA. En que vos no tenéis filis para ser esposo mío.»
Un ruido que se oye detrás de la escena, ahuyenta á las dos sombras: llega Filipo, el padre de Eugenia; nota que su hija tiene un libro cristiano ante los ojos, y se llena de cólera, porque es celoso perseguidor de la nueva secta.
En vano doña Eugenia agotaba para convencerla toda clase de razonamientos y representaciones. Araceli, en el colmo de la desesperación, torciéndose las manos, exclamaba: ¡Pero mamá de mi alma! ¿qué dirá la duquesa de Colmenar de la Oreja, qué dirá el marqués de Cabezón de la Sal al verse junto a un hombre que se llama Trompeta?
La mujer que la asistió durante su agonía, me ha repetido después, una por una, todas aquellas palabras que pronunció continuamente: «Esposo mío... Hijos míos... Alfonso, Mariana, Cecilia, Eugenia, Sofía, Dios os bendiga. ¿Por qué no venís aquí para bendeciros yo también? ¡Alfonso!
Viene con Pepita y con Concha y Eugenia... Es el primer domingo que viene después de la muerte de su hermano... ¡No te pongas así, niña!... No te asustes... verás, yo lo voy a arreglar todo. Asunción, en efecto, había empalidecido y estaba clavada e inmóvil en la silla como una estatua.
A los postres llegaron algunas otras personas del Escorial y de la colonia de Madrid, entre éstas los duques del Real-Saludo y la marquesa viuda del Lago. Había acudido ésta a la fiesta con su padre. Doña Eugenia no había podido venir por hallarse un poco indispuesta.
Yo, si usted me lo permite manifestó el galán marchito, sintiendo el vértigo de las alturas , haré la comparación de su figura de usted con la figura y rostro... ¿de quién creerá?... pues de la Emperatriz Eugenia, ese prototipo de elegancia, de hermosura, de distinción... ¡Por Dios, Frasquito! No digo más que lo que siento.
Mamá era íntima amiga de Eugenia... ¿No sabe usted qué Eugenia? Y frente á las grandezas aristocráticas de Petersburgo elevaba la imagen de la corte mejicana, del breve Imperio que había tenido por epílogo el fusilamiento del archiduque Maximiliano y la locura de su esposa Carlota. La buena señora lo contaba todo tal como lo había oído á su madre.
Bien pudiera ser, como indica don Pedro de Madrazo, que Velázquez tuviese noticia de un estupendo torneo de los vasallos de Baco y cofradía Brindónica, hecho en un gran salón delante de sus Altezas serenísimas, celebrado en Bruselas ante el archiduque Alberto y su esposa doña Isabel Clara Eugenia.
Palabra del Dia
Otros Mirando