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Actualizado: 22 de junio de 2025
Mientras se encontraba junto a usted, ante el homenaje que usted le rendía, al descubrir el amor que usted le profesaba, se sentía aliviada de su larga opresión y pensaba por virtud de su nuevo gozo olvidar el dolor; pero más tarde, en la noche, reflexionando a solas sobre su condición, reconocía que no podría corresponder a la pasión de usted, que tenía que renunciar a la felicidad tan esperada, y que, si su antiguo dolor se desvanecía, esto no era obra del gozo, sino muy al contrario la de un dolor más grande.
Cuando el plazo de los tres años está á punto de espirar, y cuando se dispone á regresar á su patria tan pobre como la dejara, el mismo Emperador le concede al fin la esperada recompensa. Isabel, mientras tanto, no ha olvidado á su amante; pero todas las cartas de ambos han sido sustraídas por la traidora Elena.
En pocos días el importe de las localidades vendidas para las primeras representaciones de la obra, ascendió á la enorme suma de doscientos mil francos. «Todo París», ora por legítima curiosidad, ora por «snobismo», quería verla. El Sena, desbordándose, suspendió la tan esperada función. Transcurrieron ocho ó diez días.
Provinciano de éstos había capaz de renunciar a la esperada credencial con tal de poder contar en su pueblo que había sido dueño de cualquiera de aquellas infelices, condenadas a estar siempre haciendo muecas voluptuosas con la cara pintada y trenzados con las piernas presas en las desvergonzadas mallas.
Su fatalismo le impulsaba a sentarse allí. ¡Ojalá la catástrofe esperada fuese en aquel momento, y su cuerpo, arrastrado por el grandioso accidente, desapareciera en el fondo del mar, teniendo como sarcófago esta mole igual a la pirámide de un Faraón!... ¡Para lo que le esperaba en la vida!...
Con una tan ilustre confesión, tanto más digna de agradecimiento cuanto menos esperada, haciendo increíble fiesta los neófitos y gritando de contento, se arrojaron todos á darle muchos abrazos; pero á ninguno cupo mayor júbilo que al V. Padre, que con la conversión de éste sólo dió por reducido á todo el pueblo al gremio de la Santa Iglesia.
Calla y duerme repuso aterrada, pareciéndole que evocar lo pasado era incitarla al delito. A las cuatro y media, cuando empezaba a despuntar el día, Clotilde llamó otra vez. Julia, con mano firme y pulso seguro, le dio la cantidad que debía del líquido contenido en el frasco grande, y esperó... ¿Vendría la agitación esperada y temida por el doctor?
La Teodora, a la caída de la tarde, miraba a la ventana, indicando a su nuera que se asomase. Sicobelate a la parlacha y veas si tu marío está por ahí. Se iban las gitanas, pero al verse solo Maltrana con Feli, aumentaba su tristeza, como si viese con más claridad lo pavoroso de su situación. Ya había llegado la época tan esperada por él.
La primera persona que María Teresa percibió, fue a Huberto, quien, semioculto detrás de una tapicería de Beauvais, no quitaba los ojos de la puerta de entrada. La joven se sintió lisonjeada al verse así esperada. Martholl avanzó hacia ella en el momento en que, habiéndose quitado el amplio abrigo de pieles, apareció, fresca y luminosa, con su vestido de tul pálido.
Los más débiles lamentaban que el comisario hubiese guardado en un rancho cerca de la población á los tres prisioneros para enviarlos al día siguiente á la cárcel del territorio. La muchedumbre, con esa ferocidad colectiva que surge en las primeras horas de una emancipación largamente esperada, quería destrozarlos, para vengarse de los miedos que la había hecho sufrir el gancho ya difunto.
Palabra del Dia
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