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Actualizado: 13 de julio de 2025
¡Ah!... ¿De esos que hablan con las patas de las mesas? ¡Alabado sea...! No, esos no. Pero estamos de enhorabuena: cualquiera que sea la secta o escuela que le sorbe el seso a tu marido, tenemos ya noventa y seis probabilidades contra cuatro de que te reciba con los brazos abiertos. Tú lo has de ver. Fortunata dudaba que esto fuera así.
Enhorabuena que sean necesarias ciertas condiciones de edad y de temperamento, que haya sido necesario entre mil objetos uno con circunstancias particulares, de las que no acierta á darse cuenta á sí propio el corazon conmovido: pero la verdad es, que hay un objeto externo, una afeccion del organismo, y una impresion en el alma, todo coexistiendo enlazado por un vínculo misterioso, pero innegable.
Al principio sólo notó que su mujer se hacía más comunicativa, cariñosa a todas horas, como antes lo era después de los ataques nerviosos y en ausencias o enfermedades. «¿Quería discutir por pasar el rato? Enhorabuena; él amaba la discusión». Y sostenía la tesis contraria para mantener animado el debate. ¿Tú nunca has leído vida de santos, verdad? Sí, hija, sí, y autos sacramentales....
En cierto momento al volver el rostro y al advertir, a distancia, la presencia de Ramiro, hizo un gesto de asombro y se dirigió a saludarle: Enhorabuena exclamó, alargando los brazos. Grata señal es ésta; pero, ¿por qué tan esquivo? Todos aquellos señores están golosos de ver y escuchar a vuesamerced. Siéntome, señor, harto mohíno y sin fuerzas.
Excitado por la murmuración, don Benigno bebió algunos vasos más de los acostumbrados, y el capellán no quiso quedarse atrás. Cuando los tertulios salieron de la tienda formando la clásica cadena, don Segis advirtió con satisfacción que la pierna entumecida le pesaba menos, y se lo hizo observar a don Benigno, que le dió por ello la enhorabuena.
Miró en torno suyo: chisporroteaba una lamparilla sobre la mesa; una mujer de edad madura roncaba desapaciblemente al pie de la cama, en un gran butacón, y por las rendijas de las dos ventanas, cerradas ambas, entraban discretos rayos de luz, cual si el nuevo día se adelantase de puntillas y sonriendo a dar la enhorabuena al enfermo.
Está usted de enhorabuena, compadre, ¿Ve usted el tiempo que Isabel y yo nos queremos? Pues todavía no he recibido carta suya. El genio de la intriga volvió a arder en mí espíritu. Me propuse proseguir al día siguiente la que tenía comenzada.
Esto es lo substancial de la relación sobredicha, que trae más dilatadamente el Sargento mayor Don Vicente Mut, libro 7 capítulo 15, en que parece se le puede dar la enhorabuena, a Mallorca, de ser, como algunos quieren, la primera de toda España, que vió la conversión general y en comunidad de sus Judíos, y de quedar limpia de tan pestilente contagio.
Entendámonos, si á usted le parece, le dijo el brigadier con ademan suelto y apremiante. ¿Hay alguna ordenanza de este cabildo, por la cual se manda que hayan de ser doce personas las que bajen siempre al Panteon? ¡Enhorabuena! exclamó el brigadier. Nosotros darémos á usted los tres francos, y todos los francos que sean menester, sin necesidad de esperar á nadie. Con que ¡á la capilla!
Veo que eres el prototipo de los hombres de nuestro siglo, que creen poseer la ciencia infusa; que con pasarse una hora por la mañana en la Cámara, otra en la Sorbona por la tarde y otra en el teatro por la noche, se consideran capaces de eclipsar la gloria de Mirabeau, de Cuvier y de Geoffroy, juzgando todas las cosas desde la altura de su ingenio y dejando caer con desdén sus fallos de salón en la balanza donde se pesan los destinos de la humanidad... ¿Conque ayer te felicitó el ministro? ¡Enhorabuena!
Palabra del Dia
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