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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Fué á gritar avisando su presencia, pero se contuvo, sintiendo un deseo que le hizo sonreir. ¡Si la sorprendiese en aquel piso superior, única parte de la casa que habitaba ella ahora! No dudó más... ¡Arriba! En el primer rellano vió varias puertas, pero una sola estaba sin cerrar y por ella salían los ecos de la canción y los golpes.

Y Raveloe era un lugar en que muchos antiguos ecos se habían retrasado, sin que los ahogaran las voces nuevas. No es que fuera una de esas parroquias estériles, relegadas en los confines de la civilización, en las que vivían los flacos carneros y escasos pastores.

El Océano es voz que habla á los lejanos astros, contesta á su movimiento en su idioma grave y solemne. Habla á la tierra, á la playa, con patético acento; dialoga con sus ecos: plañidero unas veces, amenazador otras, ruge ó suspira. Y á quien se dirige, sobre todo, es al hombre.

Yo, que estaba arrobada, les decía Á los reyes de España: «Dios os guarde, 1970 Y extienda vuestra heroica monarquía Del clima helado á el que se abrasa y ardeCuando veo que dice: «Isabel mía,» Á mi lado don Juan; y tan cobarde Me hallé á los ecos de su voz, que luego 1975 Fué hielo el corazón, las venas fuego. «Traidor, respondo, tus iguales mira; Que yo soy una pobre labradora.» Y diciendo y haciendo, envuelta en ira, Sigo la puente, y me arrepiento agora: 1980 Verdad es que le siento que suspira Tal vez desde la noche hasta el aurora; Mas recelo, si va á decir verdades, Lo que se sigue á celos y amistades.

Mis ecos se han confundido Con la música lejana, Que se alza cada mañana Del seno de la creacion; Y entre el canto de las aves, Y el aroma de las flores, Del valle de los dolores Han subido á otra mansion.

Estorbaban las mujeres: su proximidad era intolerable en las horas de operación. Bastaba un quejido del torero, para que al momento respondiesen desde todos los extremos de la casa, como ecos dolorosos, los alaridos de la madre y la hermana, y hubiera que contener a Carmen, que se debatía como una loca, queriendo ir al lado de su marido.

Su primo Bertrán, provocado por la señora de Blandieres, que dirigía la conversación, con la autoridad que le daba su nombre, frecuentemente citado en los ecos del gran mundo, refería su viaje a Austria, y la acogida que le habían hecho en Viena en el mundo oficial, gracias a la recomendación de su tío Aubry para el embajador de Francia, con quien tenía relaciones amistosas.

Resonaban bajo el paso de los raros visitantes con ecos melancólicos que hacían volar á los pájaros lo mismo que flechas, esparciendo enjambres de insectos bajo el ramaje y carreras de reptiles entre los troncos.

Ya no había un vestigio de aquella época, la anciana sobrevivía en un presente ruidoso, cuyos ecos sin interés para ella solían llegarle, sin embargo, por la conversación voluble de sus nietas modernas. Cuando la abuela se hubo recogido, y ellas bajaron nuevamente, aquellas historias continuaban flotando como un romántico hálito antiguo sobre las cabezas de Adriana y las Aliaga.

Y sus ecos se difunden, Y se escuchan con encanto, Llenando al pueblo de espanto O haciéndole conmover: Que el vate en su inspiracion Nuestros sentidos sujeta, Y con su brazo de atleta Postra y alza nuestro ser.

Palabra del Dia

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