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Las últimas camisas que te mandamos las hizo ella, y ¡con qué cuidado! Dígame usted, tía, ¿quién es esa joven? ¡Ahora te diré! e interrumpiéndome, gritó: ¡Angelina! ¡Angelina! ¡Ven acá! Y continuó, dirigiéndose a : Está, con Carmen. Si vieras: es muy hábil para todo, muy hacendosa, o, como dice, señora Juana, ¡muy mujer! Es la alegría de la casa.

Acudió éste pálido y temblando y dirigiéndose á la puerta de la casa dijo en voz baja á los recién llegados: No lo encolericéis, mis buenos señores, por el amor de Dios lo pido. ¿Qué decís? ¿De quién se trata? preguntó el barón.

Y como prueba de lo que venimos diciendo, manifestaremos que departiendo acerca de estos escabrosos particulares con el pintor Jacques Fabrice, a cuya casa solía ir por las tardes con el fin de tomar una taza de te y fumar un cigarrillo, se expresaba en estos términos el señor de Pierrepont, dirigiéndose a su amigo: ¿Sabes lo que me pasa? Hoy cumplo treinta y un años.

Tenía el señor veinticuatro un natural violento, con facilidad montaba en cólera inusitada, razón por la que era llamado por el vulgo Barrabás: y así se explica que en cierta ocasión, como sorprendiera á un mozalbete haciendo desde la ventana de una casa frontera señas á doña Dorotea en punto en que ésta también estaba al balcón, cogió á su amante violentamente y allí mismo dióle una monumental paliza, á la vista del honrado marido, que mientras zurraban á su esposa le decía con mucha flema: «Amiga, ¿cuántas veces te dije que no te asomases á esa ventana; mira que el señor don Fernando ha de venir á saberlo y ha de costarte muy caro?» Y dirigiéndose al iracundo veinticuatro, le repetía: «Señor don Fernando, prometo á usted que tiene menos culpa Dorotea de lo que le han á usted encarecido

¡Que te quemas! ¡que te quemas! exclamó Pepe Castro por lo bajo. Pero no tanto que no lo oyese Jiménez Arbós, que estaba del otro lado de Pepa Frías, y no le acometiese un acceso de risa que procuró con todas sus fuerzas sofocar. Anda, barbiana, alárgame ese frasquito de mostaza dijo Pepa Frías dirigiéndose a Clementina para disimular también la risa que le había acometido.

El camino por donde los conducen es pasando el Rio Colorado, y dirigiéndose al punto inmediato de Chuelechel en el Rio Negro, que luego costean hasta la Cordillera.

Desde entonces me dejan acercarme todos los días, y no sólo eso, sino que me saludan del modo afectuoso que acaban ustedes de ver... ¿No piensas, querido Tristán añadió dirigiéndose alegremente a éste , que el mismo procedimiento es el que debemos emplear con los hombres?

No, ni una sola vez contestó Hales, dirigiéndose luego a su esposa que acababa de entrar, para decirle que estaba ocupado con nosotros en una conversación reservada y pedirle que nos dejara solos, lo cual hizo inmediatamente. Burton Blair era un hombre de carácter original continuó, volviéndose a , y siempre lo fue. No hubo nunca mejor marino que comiera carne de buey salada, que él.

Bueno, voy a vestirme; ¿mandó ensillar? ¿En cuál va a ir?... ¿En el zaino?... No; hágame ensillar el Platero... con recado, ¡eh! repuso Melchor dirigiéndose a su dormitorio.

»Carlos permanecía de pie en un rincón del salón y nos miraba sonriendo; de pronto, dirigiéndose a Teobaldo, dijo: »Y bien, querido maestro: ¿no adivina usted que pueda haber aquí otro discípulo, que le debe la dicha de haber sido útil a su bienhechora? »Teobaldo quedó estupefacto, porque esta frase acababa de ser pronunciada en el más puro alemán.