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Actualizado: 8 de julio de 2025
Por si me quedaba alguna duda sobre la naturaleza de aquellos síntomas que me supieron a rejalgar entró Facia muy diligente y hasta risueña, con la disculpa de llevarse mi brasero, que ya estaría muriéndose, para «rescoldarle» un poco, y me dijo, mientras se acurrucaba para cogerle por las dos asas: Está nevandu, y va a haber temporal de eyu.
La tripulación terminaba los preparativos. El capitán prescindía ya enteramente de los convidados y, diligente y afanoso, recorría el barco de proa á popa fijando sus ojos escrutadores en el aparejo y cambiando rápidas palabras con el piloto y contramaestre. Los amigos de Velázquez, comprendiendo que era llegado el momento de partirse, quedaron otra vez graves y taciturnos.
Llegué diligente a darla la mano, que recibió salvo el guante, aunque por él rayo o nieve me abrasó....» Otras veces se rogaba que se perdonara el guante. Lope de Vega, en el acto I de El Acero de Madrid, hace decir a Lisardo al dar la mano a Belisa, que ha tropezado y caídose en la calle: «Perdone vuesa merced el guante.» Rojas Zorrilla, en la jorn.
Tablas era siempre diligente para traer vino, porque la expectativa de las sobras le aligeraba los pies. Así volvió prontamente con la compra, y un instante después los dos furiosos evangelistas de D. Carlos mojaban un bizcocho en el dotado licor. Después bebieron con prudencia, por ser ambos como D. Felicísimo, varones de mucha sobriedad.
Descubríme entonces yo también, lleno de extrañeza, y nos apeamos los dos, casi al mismo tiempo que el descargador del heno saltaba del carro abajo, muy diligente y airoso, por la rabera.
De lo que él estaba seguro era del efecto profundo y saludable que en semejante mujer tenían que producir las bellezas del culto el día en que ella las presenciara con atención y dispuesto el ánimo a las sensaciones místicas por aquella excitación nerviosa, de cuyos accesos tantas noticias tenía ya el confesor diligente.
La actividad era cosa terrible; era mucho más agradable pensar, imaginar.... Pero un padre tenía que ser diligente, práctico, positivo... y él lo sería; por Antonio, por su Antonio.... Pero por lo pronto, la bilis, la vergüenza de su ignorancia de las cosas que sabían todos en casa, menos él, todo aquel barullo de pasiones bajas, vulgares, pedestres, le quitaban el gusto a su dicha presente, a la felicidad de ser padre.
Recuerdo haber oído decir a mi médico que en algunos casos se pierde completamente la vista por unas horas, por un día... Serénese usted, mi amigo D. Francisco, y tómese un vasito de agua con un poco de vino. Pronto vuelvo. Salió diligente, con ganas sinceras de servir, y no hallando al médico que vivía en la casa, fue a buscar al de guardia.
Doña Rebeca husmeó en la capilla, procurándose auxilios piadosos para aquel trance, y volvió al cuarto de su hermano, donde, muy diligente, encendió la vela de la agonía. Antes había dicho a Carmencita que trataba de acercarse a don Manuel: Aquí sobran los chiquillos; vete allá fuera. La pobre criatura, desorientada y llena de temor, volvió a la sala, y de nuevo se hincó delante del sillón vacío.
Para teñirle de azul se empleaban ya desde tiempos antiguos las hojas de un arbusto ó enredadera que en Camarines llaman payanguit y aringuit, según la sabía relación que de esta enredadera ha hecho á la Sociedad Económica de Manila, el curioso y diligente observador P. José de la Mata, religioso de San Francisco; que es quien la ha dado á conocer en estos tiempos á los europeos de Filipinas.
Palabra del Dia
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