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Actualizado: 28 de junio de 2025


Entre las demás concausas que excitan nuestro interés, cuéntase la de que un hermano de Rosela, ofendido antes por Marcelo, desea vengarse; de que Belisa, su anterior amada, se esfuerza en traerlo de nuevo á sus redes; por último, la de que un cierto Fineo, que ama á Rosela, salva la vida al supuesto jardinero, promoviendo en su pecho una terrible lucha entre su amor y su gratitud.

Bertrán, criado de Lisardo, se encarga del papel del médico, que sabe desempeñar á las mil maravillas; prescríbele la medicina consabida, y los dos amantes se aprovechan de ella para estrechar más sus relaciones; una vieja dueña, que debe cuidar de Belisa, y que al principio cumple su obligación rigurosamente, da después fácil oído á la conversación de Roselo, amigo de Lisardo, y éste y su amada, mientras tanto, se abandonan á su pasión sin estorbos.

El acero de Madrid. Belisa, hija ya crecida del viejo Prudencio, se enamora en misa del joven Lisardo, aunque su amor recíproco sólo se exprese con tiernas miradas. Un día, al salir de la iglesia, deja ella caer un billete, con objeto de participarle un proyecto para verse y hablarse con más frecuencia.

Los celos de la prometida de Roselo, de la dueña, y diversos sucesos, que se oponen á la dicha de Lisardo y de Belisa, completan el desarrollo de la comedia, que es de las más interesantes y divertidas. La hermosa fea.

En ella toda una «trouvaille» para dar lógica cabida a los elementos que indicara Aristarco... Traduciéndola al pobre lenguaje de mortales, resultaba una historia conmovedora... La princesa Belisa era bella y sentíase sin embargo desgraciada, porque su padre el rey había resuelto casarla con el príncipe Lejano.

Buscó en voluminosos diccionarios las palabras más raras y altisonantes, sudó tinta por todos sus poros, y al cabo de diez días de rudo trabajo puso punto final a su obra, titulándola «La princesa BelisaCon el precioso manuscrito en el bolsillo, salió a consultar a su amigo Juan del Laurel.

Pero Lope no va pacíficamente a cumplir su destierro, gozando del tranquilo y legítimo amor de su Belisa: el 29 del mismo mes de mayo se alista en Lisboa como voluntario en la Invencible, probablemente "arrastrado por el soplo heroico que inflamó en aquella ocasión a todos los pechos jóvenes", como indican los señores Rennert y Castro.

Hasta en sus comedias asestó sus sátiras contra los gongoristas. Así, la heroina en Las bizarrias de Belisa, para zaherir y burlarse de una rival, dice lo siguiente: «Aquélla, que escribe en culto Por aquel griego lenguaje, Que no le supo Castilla Ni se lo enseñó su madre

Llegué diligente a darla la mano, que recibió salvo el guante, aunque por él rayo o nieve me abrasó....» Otras veces se rogaba que se perdonara el guante. Lope de Vega, en el acto I de El Acero de Madrid, hace decir a Lisardo al dar la mano a Belisa, que ha tropezado y caídose en la calle: «Perdone vuesa merced el guanteRojas Zorrilla, en la jorn.

La moza de cántaro, en la cual dice haber escrito 1.500 comedias, y Las bizarrías de Belisa, á cuya conclusión manifiesta haberse consagrado de nuevo á las musas, á quienes había abandonado, son dos composiciones de los últimos años de su vida, por cierto de las más bellas.

Palabra del Dia

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