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Actualizado: 29 de junio de 2025
Mañana estaré perdida... deshonrada en la opinión y no podré pertenecer sino á usted. He ahí su cálculo, ¿no es verdad? Pero éste, se lo aseguro, no tendrá mejor éxito que los otros. Me conoce aún muy imperfectamente si cree que no preferiría el deshonor, el claustro, la muerte, todo, á la abyección de ligar mi mano y mi vida con la suya.
Todo es para ellos: hasta el amor. La última modistilla se considera deshonrada si no tiene un soldado de los Estados Unidos para pasear de noche... Todas las tardes, ella y el otro bailan en los hoteles de La Condamine, ó aquí mismo, en el Café de París. Se interrumpe, como si alguien le hubiese tocado en la espalda.
Terrible cosa es hablar de esto, querido tocayo, y que esta deshonrada boca pregone mi propia ignominia... pero hay momentos, francamente, naturalmente, en que no puede uno callar.
La condesa Ninfa, enemiga primero de los hombres, es deshonrada después por el conde de Calabria; se hace salteadora de caminos y comete innumerables crímenes, hasta que, hallándose en peligro de muerte, se le presenta un ángel que le enseña el camino de la virtud, se arrepiente de sus delitos y los expía en un bosque solitario, en donde muere á mano de la duquesa de Calabria, que la atraviesa con un venablo, tomándola por una bestia salvaje.
Un año privada de la vista de todo el mundo. ¡Dios mío! Os juro, señora, que no me perdonaré nunca el sacrificio á que os obliga mi locura... No, no; merezco bien esa penitencia. ¡Vos! Sí, yo; yo, al sentirme deshonrada, debí darme la muerte... y si no fuera por el hijo que siento en mis entrañas... Pues bien, señora; yo os juro hacer tan grande y tan poderoso á ese hijo...
Si el servicio que pienso recompensar pudiera hacerse público, no le pagaría tan barato; sería cosa de titular á quien le ha hecho: ha salvado á su majestad. Pues qué, ¿su majestad ha estado en peligro? Su majestad la reina ha estado á punto de ser deshonrada contestó el duque. Montiño supo contenerse en el momento en que vió claro que se trataba de su sobrino postizo.
Cuanto hasta aquí te he dicho, ¡oh Anselmo!, ha sido por lo que a ti te toca; y ahora es bien que se oiga algo de lo que a mí me conviene; y si fuere largo, perdóname, que todo lo requiere el laberinto donde te has entrado y de donde quieres que yo te saque. Tú me tienes por amigo y quieres quitarme la honra, cosa que es contra toda amistad; y aun no sólo pretendes esto, sino que procuras que yo te la quite a ti. Que me la quieres quitar a mí está claro, pues, cuando Camila vea que yo la solicito, como me pides, cierto está que me ha de tener por hombre sin honra y mal mirado, pues intento y hago una cosa tan fuera de aquello que el ser quien soy y tu amistad me obliga. De que quieres que te la quite a ti no hay duda, porque, viendo Camila que yo la solicito, ha de pensar que yo he visto en ella alguna liviandad que me dio atrevimiento a descubrirle mi mal deseo; y, teniéndose por deshonrada, te toca a ti, como a cosa suya, su mesma deshonra. Y de aquí nace lo que comúnmente se platica: que el marido de la mujer adúltera, puesto que él no lo sepa ni haya dado ocasión para que su mujer no sea la que debe, ni haya sido en su mano, ni en su descuido y poco recato estorbar su desgracia, con todo, le llaman y le nombran con nombre de vituperio y bajo; y en cierta manera le miran, los que la maldad de su mujer saben, con ojos de menosprecio, en cambio de mirarle con los de lástima, viendo que no por su culpa, sino por el gusto de su mala compañera, está en aquella desventura. Pero quiérote decir la causa por que con justa razón es deshonrado el marido de la mujer mala, aunque él no sepa que lo es, ni tenga culpa, ni haya sido parte, ni dado ocasión, para que ella lo sea. Y no te canses de oírme, que todo ha de redundar en tu provecho. Cuando Dios crió a nuestro primero padre en el Paraíso terrenal, dice la Divina Escritura que infundió Dios sueño en Adán, y que, estando durmiendo, le sacó una costilla del lado siniestro, de la cual formó a nuestra madre Eva; y, así como Adán despertó y la miró, dijo:
¡Pues qué! ¿había yo de sacrificarme hasta el punto de deshonrarme ante mis propios ojos?... no... que el mundo me crea deshonrada, me importa poco: ya lo estoy bastante sólo con estar casada con el conde de Lemos; un marido que de tal modo calumnia, solo merece el desprecio. ¡Cómo se conoce, doña Catalina, que sólo tenéis veinticuatro años y que no habéis sufrido contrariedades!
Fortunata no sabía lo que quiere decir cinismo, y se calló. «Todo induce a creer que usted se prepara a reincidir, y que no hay quien le quite de la cabeza esa maldita ilusión». El gran suspiro que dio la otra confirmó esta suposición mejor que las palabras. «De modo que, aun viéndose perdida y deshonrada por ese miserable, todavía le quiere usted. Buen provecho le haga». No lo puedo remediar.
Mi compañera me miró sonriéndose, y con la magnanimidad orgullosa del que otorga una gracia ó concede un perdon, responde á secas: Mañana. ¡Dios te lo pague! contesté yo muy satisfecho. =Dia décimo tercero=. Almuerzo. Coche. Nuestra Señora de Paris. Hija deshonrada. Comida de campo. Salimos del hotel á las diez y media.
Palabra del Dia
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