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Aquella noticia desgarró su corazón. «¡, ; como su madre, como su hermanoEl buen hidalgo sollozó cual si ya la hubiese perdido. Arregló su equipaje con presteza, dejó encargo á Regalado para que lo enviase á Oviedo en un mulo, y montando á caballo partió él delante acompañado de su criado Manolete. La nueva causó en la aldea dolor.

Los estudiantes amigos de Gabriel pusieron en sus manos los libros de Darwin, de Büchner y de Haeckel; y el secreto de la creación natural, que inquietaba su pensamiento después de la abolición de la omnipotencia divina, se desgarró ante sus ojos. Vio cómo había surgido la vida sobre aquella esfera que rodaba centenares de millones de años en el espacio, sufriendo cataclismos y transformaciones.

Hablaba con el desgarro peculiar a la chula de Madrid, acentuando cada sílaba de un modo tan insolente que D. Laureano, avergonzado, no pudo menos de salir por su dignidad. ¡Niña, niña, cuidado con la lengua! Mira que te puede costar un disgusto. ¿A ? ¡Ja, ja! ¡Qué infeliz eres! ¡A ti, , desvergonzada! profirió colérico el tenorio avanzando hacia ella con ademán amenazador.

Pos al colaero tuyo y al de otras tan borrachonas como replicó la interpelada, con desgarro. Oiga usté, desolladora, ¿va eso conmigo? dijo una tercera mujer. Usté lo sabrá.... Y, por último, la que se pica ajo ha comido. Es que si fuera conmigo.... Si fuera contigo te lo aguantarías. ¡Ó no! ¡Ó , te digo! ¡Que no, y rete que no! ¡Que , y rete que !

Obedecí maquinalmente. Silbó a mi oído una bala, un segundo rugido desgarró el silencio del crepúsculo y el terrible animal, dando un salto enorme, cayó muerto a mis pies... Mi salvador era un joven oficial de cazadores, casado con una preciosa criolla y padre de una deliciosa niña, que podría ser bien la persona en cuestión, si es la misma familia...

Yo me defiendo y combato, y rompo vigorosamente los nudos gigantescos de sus turbillones; lo desgarro y lo muerdo, y tasco entre mis dientes las arenas de sus miembros. El huracán quiere evadirse y deslizarse, en forma de columna, del ahogo de mis brazos; no puede lograrlo, y se estrella y rompe.

Además de esto, las rejas, que sólo dejaban ver la pared de enfrente; la aridez de la ciudad, donde no se encontraba una hoja verde; los aburridos paseos al lado del cura por aquel puerto de aguas muertas que olía a almeja corrompida y sin otros barcos que algunos veleros que llegaban a cargar sal... El día anterior, unos cuantos correazos más fuertes habían acabado con su paciencia. «¡Pegarle a él! ¡Si no fuese un cura!...» Se había fugado, emprendiendo a pie el regreso a Can Mallorquí; pero antes, como venganza, desgarró varios libros que el maestro tenía en gran estima, volcó el tintero sobre la mesa y escribió en las paredes vergonzosas inscripciones, con otras travesuras de mono en libertad.

Plegó el bellísimo entrecejo Dorotea, y adelantó el labio inferior en un mohín desdeñoso. Aunque seas tan hermosa ó más hermosa que doña Clara, hija, te falta una cosa que á ella le sobra. ¿Y qué es lo que me falta? Ser fruto prohibido. Conmovióse profundamente la Dorotea, y sus ojos se arrasaron de lágrimas; al tío Manolillo se le desgarró el corazón.

Le habían dicho que le estaban burlando, y dentro de pocas horas iba a verse entre la vida y la muerte, entre el amor y la traición. Así lo creía al menos. Cuando salió Pepe Vera de la alcoba de María, esta desgarró las guarniciones bordadas de las sábanas; riñó ásperamente a Marina, lloró; después se vistió, mandó recado a una compañera de teatro y se fue con ella a los toros.

Martín pagó al posadero y quedó con él de acuerdo en el sitio en donde tenía que dejar los caballos en Logroño. Entre Bautista, Martín y la moza, reemplazaron el tiro por completo. Martín acompañó a la muchacha, y cuando la vió sola la estrechó por la cintura y la besó en la mejilla. ¡También usted es posma! exclamó ella con desgarro.