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Actualizado: 26 de julio de 2025
Pero antes de ser interpelada, la mujer andrajosa habló á Clara en estos términos: Una limosna, señora, por amor de Dios, que tengo mi marido en cama, y estos dos niñitos no han probado nada en todo el santo día... Siquiera un chavito.
¿Ónde está la carne? pregunta, al cabo, con voz ronca el pescador. La carne... tartamudea su mujer, como ya estaba cerrada la tabla cuando fuí á buscarla, no la traje. ¿El dinero?... el dinero... en la faltriquera. Á ver el dinero, digo, ¡pronto! La interpelada saca, temblando, unos cuartos de su faltriquera, y sin abrir toda la mano, se los enseña á su marido.
Si decía, verbigracia: «Elenita, ¿por qué no canta usted?» la interpelada le miraba la cara con temor, y en la de los demás empezaba a dibujarse una sonrisa que quería significar: «¿Qué coba se traerá este señor?» Si expresaba su sentimiento por cualquier desgracia de un prójimo, aunque lo hiciese con sinceridad, no faltaba alguno que exclamase riendo y poniéndole una mano sobre el hombro: «¡Don Acisclo, usted no perdona a nadie!» Y D. Acisclo, halagado en su talento humorístico, aunque no hubiese tenido intención de burlarse, comenzaba desde aquel punto a hacerlo.
Por fin, ya en la madrugada, dirigiéndose donde dormía Carolina cayó de repente de rodillas junto a la cama, y tomando entre las manos la tierna cabeza de la niña, le preguntó: Dime. ¿Te gustaría tener otro papá? No dijo después de meditar un momento la interpelada.
No... dijo mirando por la ventana la interpelada. Entonces es que solamente juegas a irte dijo Carolina riendo. Déjame, pues, jugar a mí también. Asintió Lady Clara y Carolina voló al cuarto vecino, reapareciendo con una cajita, en donde comenzó gravemente a empaquetar sus vestidos. Lady Clara observó que no eran muchos.
The Switzerland of Spain le preguntó a su hostelera si era cierto lo que se decía de los cerdos santiagueses como animales de sociedad. No son únicamente los cerdos contestó la interpelada . Desde su ventana puede usted ver dos cabras en el piso de enfrente. Sus dueños las tratan como personas de la familia...
Quedose un poco suspensa la interpelada, como si no entendiera bien el alcance de la pregunta, y dijo a la interrogante: Si concretaras el caso un poquito más... Concrétole repuso la otra; y añadió : si lo que interesa es conservar el amor que sientes, por hoy, y este amor es de más hondas raíces que el de ayer... y el de anteayer, porque no tienen cuenta los que te he conocido... Gracias.
¡Bribona, tú la has hecho hoy ... y yo te voy á abrir en canal! grita exasperado el Tuerto al notar la turbación, cada vez más visible, de su mujer. Á ver el dinero, digo, ¡pronto! La interpelada saca, temblando, unos cuartos de su faltriquera, y sin abrir toda la mano, se los enseña á su marido. ¡Esos no son más que ocho cuartos ... y yo te dejé veintiuno!... ¿Ónde están los otros?...
Pos al colaero tuyo y al de otras tan borrachonas como tú replicó la interpelada, con desgarro. Oiga usté, desolladora, ¿va eso conmigo? dijo una tercera mujer. Usté lo sabrá.... Y, por último, la que se pica ajo ha comido. Es que si fuera conmigo.... Si fuera contigo te lo aguantarías. ¡Ó no! ¡Ó sí, te digo! ¡Que no, y rete que no! ¡Que sí, y rete que sí!
¿Qué ve usted a lo lejos, en el camino? preguntó el galante coronel, observando que desde hacía algunos minutos la atención de la señora Moreno se fijaba hacia aquel punto. Una nube de polvo dijo con un suspiro la interpelada. Veo el rebaño de la hermana Ana.
Palabra del Dia
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