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Actualizado: 5 de junio de 2025


Entonces Diana se aproximó a ella, pasó un brazo alrededor de su cintura, y miró, a su vez, hacia afuera. ¿De qué lado debe venir el hermoso Martholl? ¡Pero si es probable que no venga! murmuró María Teresa, descontenta de haberse traicionado ella misma, por su impaciencia de ver a Huberto.

-Así es -respondió la barbada condesa-, pero todavía le cuadra mucho, porque se llama Clavileño el Alígero, cuyo nombre conviene con el ser de leño, y con la clavija que trae en la frente, y con la ligereza con que camina; y así, en cuanto al nombre, bien puede competir con el famoso Rocinante. -No me descontenta el nombre -replicó Sancho-, pero ¿con qué freno o con qué jáquima se gobierna?

Ni con el mayor bienestar que con el sueldo de Sol en el colegio había entrado en la casa, se contentaba doña Andrea; y a veces se dio la gran injusticia de que aquella hermosura que ella tanto mimaba, y que desde la infancia de la niña cuidaba ella y favorecía, se la echase en cara como un pecado, que le llevó un día a prorrumpir en este curiosísimo despropósito, que a algunas personas pareció tan gracioso como cuerdo: «Si Manuel viviera, no serías tan hermosa». Enojábase, doña Andrea, cuando oía, allá por la hora en que Sol volvía con una criada anciana del colegio, la pisada atrevida del caballo de cierto caballero que ella muy especialmente aborrecía; y si Sol hubiese mostrado, que nunca lo mostró, deseos de ver la arrogante cabalgadura, fuera de una vez que se asomó sonriendo y no descontenta, a verla pasar detrás de sus persianas, es seguro que por allí hubieran encontrado salida las amarguras de doña Andrea, que miraba a aquel gallardísimo galán, a Pedro Real, como a abominable enemigo.

Entonces exclamó Francisca, no tenía usted más que besarlo la primera, y así... ¡Francisca! dijeron todas a coro. Schoking... Francisca razona como una niña caprichosa respondió la Melanval. Habrá que cuidar esa imaginación añadió un poco descontenta. Si no pone usted remedio se va a destruir cerebro, corazón y alma. Mala pendiente, hija mía; muy mala pendiente...

De vez en cuando estas cavilaciones cesaban, porque Juan sabía arreglarse de modo que su mujer no llegase a cargarse de razón para estar descontenta. Como la herida a que se pone bálsamo fresco, la pena de Jacinta se calmaba. Pero los días y las noches, sin saber cómo, traíanla lentamente otra vez a la misma situación penosa.

Una cámara cuasi nacional, que sufre en el país de nuevo una cuasi censura, cuasi abolida, por la cuasi revolución; un rey cuasi asesinado; una gran nación cuasi descontenta, y por otra conmoción política cuasi próxima. ¿Qué ves en Bélgica? Un estado cuasi naciente y cuasi dependiente de sus vecinos, mandado por otro cuasi rey. Mira la Italia.

Sólo nos descontenta algo su desenlace, pareciéndonos que la índole del argumento y el carácter de sus personajes exigen en este drama un fin trágico.

Pero no vino otra alguna, si no fue la siguiente, ni yo pude verle en la calle ni en la iglesia en más de un mes; que en vano me cansé en solicitallo, puesto que supe que estaba en la villa y que los más días iba a caza, ejercicio de que él era muy aficionado. »Estos días y estas horas bien yo que para fueron aciagos y menguadas, y bien que comencé a dudar en ellos, y aun a descreer de la fe de don Fernando; y también que mi doncella oyó entonces las palabras que en reprehensión de su atrevimiento antes no había oído; y que me fue forzoso tener cuenta con mis lágrimas y con la compostura de mi rostro, por no dar ocasión a que mis padres me preguntasen que de qué andaba descontenta y me obligasen a buscar mentiras que decilles.

Muy bien dijo el cura, comprendiendo que no había cambiado tanto de ideas como él creía, lo que me valió una dulce sonrisa, pues el cura detesta a las veletas. ¿Qué desea usted saber de éste su humilde servidor? prosiguió, con mirada maliciosa. ¿Me van ustedes a condenar a otra conversación sobre las solteronas? preguntó la abuela descontenta.

María Calderón, poco después del nacimiento de este hijo , para expiar las faltas de su vida anterior, entró en un convento de monjas, en donde, estimada generalmente, llegó á la dignidad de superiora. Bárbara Coronel, llamada la Amazona, porque, descontenta de la debilidad de su sexo, se vestía de hombre casi siempre, viéndosele de ordinario á caballo.

Palabra del Dia

albuminuria

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