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Por la parte de la brecha, que el tiempo ha abierto al circo, parecia que los cipreses adornaban el horizonte y solo estaban a la distancia de un tiro; en estos mismos lugares, que fueron la morada de los Cesares, y que en el dia estan habitados por los pajaros nocturnos que hacen oir sus cantos aciagos, se elevan sobre las murallas demolidas los arboles cuyas raices se entrelazan bajo el domicilio imperial, y la hiedra rastrera se apodera del terreno destinado a criar el laurel; pero el circo sangriento de los gladiadores, ruina noble e imponente, esta todavia de pie, mientras que los palacios de marmol de Cesar y de Augusto no presentan sobre la tierra sino escombros ignorados.

Al saludo jovial de la cañada y del sipao que trina en la enramada, su romántica y triste serenata, van pasando sus linfas transparentes bajo el arco de hierro de los puentes como una eterna procesión de plata. En la aurora de mi vida, aún sin dolores aciagos, te he visto, de azul vestida, flotando en mis sueños vagos.

Pero no vino otra alguna, si no fue la siguiente, ni yo pude verle en la calle ni en la iglesia en más de un mes; que en vano me cansé en solicitallo, puesto que supe que estaba en la villa y que los más días iba a caza, ejercicio de que él era muy aficionado. »Estos días y estas horas bien yo que para fueron aciagos y menguadas, y bien que comencé a dudar en ellos, y aun a descreer de la fe de don Fernando; y también que mi doncella oyó entonces las palabras que en reprehensión de su atrevimiento antes no había oído; y que me fue forzoso tener cuenta con mis lágrimas y con la compostura de mi rostro, por no dar ocasión a que mis padres me preguntasen que de qué andaba descontenta y me obligasen a buscar mentiras que decilles.

Detrás, pálida como la cera, agarrando con sus manos crispadas la trasera del carro, seguía la viuda, á quien los sollozos ahogaban. Después venían los agentes, algunos compañeros del difunto y los curiosos. Tal fué el espectáculo que se ofreció á los ojos de Soledad al salir por los arrabales en busca de su madre. Velázquez, en aquellos aciagos instantes, fué la Providencia de la familia.

El sueño de las altas horas le pesaba en los párpados, rendidos; pero acunada por la nave milagrera de su novio y perseguida por la imagen fatídica de Julio, no podía dormir ni sosegar, hasta que, ya alboreciendo, se sumió en un leve descanso lleno de estremecimientos. Despertóse bien entrada la mañana y le pareció oír lamentos y carreras, como en los días aciagos de aquella casa.

Se habían conocido durante los aciagos días del sitio de París, eran camaradas en la misma compañía de uno de los regimientos de marcha y habían sido también compañeros de ambulancia, los dos heridos en la batalla de Châtillon.

En aquel día memorable he visto a tu tío en la Bolsa hecho un héroe, la actitud tranquila, los ojos brillantes, la voz sonora, lanzando con arrojo todo su capital a la especulación. «¡Compro! ¡compro! ¡comprogritaba. Y su voz sonaba alegre, confiada, en medio del terror y la desesperación. No sabes el aliento que infundió y cuánto levantó el ánimo de todos en aquellos instantes aciagos.

Recuerdo que ha tenido que atravesar por momentos aciagos, y ha sido un buen amigo, pero muy bueno, con nosotros; por lo tanto, creo que no debemos abusar de él, aun cuando nos cause mucho sentimiento el hecho de que no nos haya dejado su secreto. ¡Ah, si esos labios blancos pudiesen hablar!

Porque te hago saber, Sancho, que cuando llegé a subir a Dulcinea sobre su hacanea, según dices, que a me pareció borrica, me dio un olor de ajos crudos, que me encalabrinó y atosigó el alma. ¡Oh canalla! -gritó a esta sazón Sancho- ¡Oh encantadores aciagos y malintencionados, y quién os viera a todos ensartados por las agallas, como sardinas en lercha!

Los preparativos de guerra empezaron, pues, con igual ardor en Chilecito y en los Llanos; y el rumor de los aciagos sucesos que se preparaban, llegó hasta San Juan y Mendoza, cuyos gobiernos mandaron un comisionado a procurar un arreglo entre los beligerantes que ya estaban a punto de venir a las manos.