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Actualizado: 25 de mayo de 2025
La sangre brotó abundante y cubrió su rostro, obligándole á retroceder para ponerse fuera del alcance de su enemigo, quien se detuvo por un momento respirando agitadamente, mientras los testigos de aquella lucha rompían el silencio que hasta entonces guardaran. ¡Bien por ambos! exclamó Germán. Sois tan valientes como diestros y aquí debe terminar esta contienda.
Enlució las paredes, las enjalbegó, aplanó el suelo y le cubrió después con una primorosa estera de palma, que al efecto tejió, encargando a la tía María el sencillo ajuar correspondiente.
Lucía no estaba allí entonces. ¡Pobre Ana! Cuando ya iban pasando los últimos soldados, palideció, se le cubrió el rostro de sudor, cerró los ojos, y cayó sobre sus rodillas. La llevaron cargada para adentro, a volverle el sentido. Parecía una santa, vestida de blanco, con su cara amarilla.
Pasado el primer instante de estupor, mi madre me cubrió de besos, mi padrastro lloró de ternura, Inesilla me cogió el saco de mano y comenzó a darle vueltas. ¡Ave María Purísima! La chica era guapa, una real moza, fresca, garbosa, con cada ojazo, y ¡un pelo más hermoso! Lo que se llama una gran mujer.
Tú tienes ochenta mil... Pero tú eres licenciado en Filosofía... Total iguales... Vaya, vamos a almorzar. Este don natural no falló tampoco en la ocasión presente. Nuestro joven se encrespó terriblemente y como no se atrevía con su tío, a quien de buena gana hubiera llamado imbécil, la emprendió contra Cirilo y su esposa a quienes cubrió de dicterios.
Y Amparo me asió las manos, las estrechó contra su boca, y las cubrió de lágrimas. Después salió. Mustafá, que durante esta escena había estado echado sobre la alfombra, se levantó, me miró, movió lentamente la cola, y siguió a la niña. Empecé a sentir una vaga, pero dulce ansiedad: Amparo había causado en mí una impresión profunda, me había hecho experimentar una sensación desconocida.
No te las recrimino, porque los caballeros ilustres no pueden portarse como los gañanes, pero me hacen mucho daño. Hay momentos en que resuelvo tomar mi ropa, huir de tu lado y buscar en el mundo algún rincón oscuro donde ocultar mi vergüenza. El conde la apretó amorosamente contra su pecho y la cubrió de besos. Quedó después largo rato inmóvil con los ojos en el fuego, grave y pensativo.
De pronto, levantándose, Adriana se inclinó sobre su amiga en un arranque de piedad, y la cubrió de besos hablándola al oído. Un solo favor te pido, Laurita querida... y ya nunca te preguntaré nada... ¿Todavía lo quieres a José Luis? Y tenía un temor desesperado de que ella le respondiera que no.
Rodeado de Tiburcio, Cartagena, Fray Blas y otros, se hallaba Morsamor presenciando aquella maniobra y recibiendo plácemes, cuando a deshora apareció una rubia y majestuosa dama, vestida de luto, y se arrojó en los brazos de Morsamor y cubrió su rostro de besos, exclamando entusiasmada: ¡O givia ed orgoglio del mio core! ¡O coraggioso mio drudo!
Doña Juana levantó la cabeza, miró de una manera serena á don Francisco, que no había cesado de examinarla, y le saludó de nuevo. Este caballero añadió el conde , te pide por esposa. Pasó por los ojos de doña Juana algo doloroso, pero tan recatado, tan fugitivo, que ni su padre ni el duque lo notaron. Pero no pudieron dejar de notar el vivísimo color que cubrió las hermosas mejillas de la joven.
Palabra del Dia
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