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Actualizado: 24 de junio de 2025


Su compañera, que podía muy bien ser su madre, era una mujer muy flaca, de aspecto distinguido, con el pelo gris peinado a la inglesa, un traje de terciopelo negro cerrado hasta arriba y un vistoso aderezo de brillantes falsos. Ambas parecían extranjeras, y en toda la noche no habían cruzado entre una sola palabra.

«Su padre había perdido la cabeza. Ya no podría confesar si no recobraba la razón... sólo por milagro de Dios». Ni puede, ni quiere, ni debe exclamó don Pompeyo cruzado de brazos, inflexible, dispuesto a no dejarse enternecer por el dolor ajeno. El día de la Concepción, muy temprano, el médico Somoza dijo que don Santos moriría al obscurecer.

Habéis bajado por las escaleras por donde se sirve la vianda á su majestad; habéis cruzado la galería de los Infantes, y os habéis metido en la portería de damas... ¡y esos maestresalas!... ¡estarán durmiendo! Yo siento, señora... yo quisiera... ¿Cuánto tiempo hace que estáis en esta galería? Hace un momento, señora; como que al abrir esta puerta, buscaba una salida.

De nuevo el buque se estremeció, de nuevo se oyó la estridente campana del maquinista pidiendo leña, y de nuevo Maal, desde la altura, exigió vapor, vapor, más vapor. Inútil esta vez. Nos dimos cuenta que, en vez de avanzar, retrocedíamos, lo que importaba el más serio de los peligros, pues, si la corriente conseguía tomar el barco cruzado, lo estrellaba seguramente contra las peñas de la orilla.

En vez de cruzar la pierna derecha, que es la que se le había dormido, como estaba antes, ha cruzado la izquierda... ¡Si lo sabré yo, que lo he tenido tantos años ante mis ojos... ¡En la pierna izquierda es donde le dará ahora no más un calambre!

Es, pues, el caso continuó el cruzado que este joven, si bajo un aspecto es la misma virtud, bajo otro es un monstruo, señores, un monstruo; el mayor enemigo del sosiego doméstico, el corruptor de las familias, el terror de la pudorosa amistad... Nueva pausa y asombro de todos. Presentación me miraba con la mitad de su alma en cada ojo.

Había explotado una fulminante epidemia de rabia. Una hora antes acababan de perseguir a un perro en el pueblo. Un peón había tenido tiempo de asestarle un machetazo en la oreja, y el animal, babeando, el hocico en tierra y el rabo entre las patas delanteras, había cruzado por nuestro camino, mordiendo a un potrillo y un chancho que halló en el trayecto. Más noticias aún.

Su señoría el gran cruzado, va a tomar una venganza terrible por el grandísimo agravio que le he hecho. Conté a lord Gray en breves palabras lo ocurrido. No temas nada dijo doña Flora . Ahora te agradeceré que vayas a casa a llevar a la señora condesa un recadito que me importa mucho. Con mil amores. ¿Pero está allí D. Pedro? ¡Qué ha de estar! Respiro. Pues bien.

1052 El negro es muy amoroso, aunque de esto no hace gala; nada a su cariño iguala ni a su tierna voluntá; fs lo mesmo que el macá: cría los hijos bajo el ala. 1053 Pero yo he vivido libre y sin depender de naides; siempre he cruzado los aires como el pájaro sin nido; cuanto se lo he aprendido porque me lo enseñó un flaire.

Y cuando un caballero apuesto y cortés, que saludaba mucha gente a su paso, se acercó, por lo mismo que vivía en esfera social más alta, más que a saludar, a proteger a Sol del Valle, cuando Juan Jerez llegó al fin al lado de la niña, y Lucía Jerez, que era quien de aquella manera la miraba, los vio juntos, cerró los ojos, inclinó la cabeza sobre el hombro como quien se muere; se le puso todo el rostro amarillo; y solo al cabo de algún tiempo, al influjo del aire que agitaban sus compañeras con los abanicos, volvió a abrir los ojos, que parecían turbios, como si hubiera cruzado por su pensamiento un ave negra.

Palabra del Dia

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