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Actualizado: 24 de junio de 2025
Pero no se había atrevido a comunicar sus aprensiones a ningún superior, obedeciendo a un criterio, merced al cual había desempeñado treinta años seguidos con dignidad y prestigio sus funciones complejas de aseo y vigilancia. En presencia del Magistral, Celedonio había cruzado los brazos e inclinado la cabeza, después de apearse de la ventana.
El triunfo de la Tablada abría una nueva época para la ciudad de Córdoba, que hasta entonces, según el mensaje pasado a la Representación provincial por el general Paz, «había ocupado el último lugar entre los pueblos argentinos»; «recordad que ha sido continúa el mensaje donde se han cruzado las medidas y puesto obstáculo a todo lo que ha tenido tendencia a constituir la nación, o esta misma provincia, ya sea bajo el sistema federal, ya bajo el unitario».
Siento que se hayan ustedes muerto, señores, porque así no verán cómo vamos a arreglar a las sanguijuelas del pueblo, a los verdugos del pobre obrero... ¡Ah!, usted, el de la golilla que parece un plato, el de la cruz de Calatrava, usted, caballerete, si viviera en estos tiempos de ahora y alcanzara el día de la justicia, no nos miraría con esos ojos... ¡Quia!, se le pondría una escoba en la mano; mi señor cruzado barrería las calles..., y palante».
En medio de la tropa, jinete en un caballo bayo, avanzaba muy erguido un oficial de edad provecta, peluca blanca y con un sombrero de picos con galón de oro, el cuerpo cruzado por una banda amarilla y el pecho cubierto de cintajos. Cuando dicho personaje alzaba la cabeza, el pico del sombrero, coronado por un penacho de plumas negras, hacía las veces de visera.
Quizá padeció moralmente más cuando, habiendo cruzado los umbrales de la cárcel, empezó á moverse libre y sola, que no en medio de la muchedumbre y espectáculo que quedan descritos, donde se hizo pública su vergüenza y donde todos la señalaron con el dedo.
La doncella estaba en el cuarto mortuorio, prestando al cuerpo de su patrona, antes de que se lo llevaran, los últimos servicios piadosos; después de haber lavado la sangre de la frente y la mejilla, le había arreglado los cabellos y cruzado las manos sobre el pecho, poniendo entre ellas un rosario. La pobrecilla no veía lo que hacía, tan espeso era el velo de lágrimas que le cubría los ojos.
Y el joven que a la misma hora se hallaba cruzado de brazos, con la cabeza inclinada sobre el pecho, frente a un retrato de mujer, ¿acaso sonreía?... No, no; tampoco sonreía. El prelado vino a la reja y dijo a la novicia: Ya no te llamarás María Magdalena, sino María Juana de Jesús. La novicia fue a postrarse delante de la abadesa, y besó con respeto el crucifijo de su rosario.
No se atrevió á mirar atrás por temor de que flaqueara su resolución, y sólo cuando hubo andado buen trecho y ocultádose entre los árboles arriesgó una última mirada. El arquero continuaba inmóvil en el lugar mismo donde se habían despedido, cruzado de brazos y mirando al suelo pensativamente.
Pero, esperad... que vaya alguien corriendo a Casa de Winthrop a buscar a Dolly; es la mejor mujer que puede darse. Ben estaba aquí antes de la cena, ¿se ha marchado ya? Sí, señor me he cruzado con él dijo Marner ; pero no tuve tiempo de detenerme a decirle otra cosa sino que iba en busca del doctor, y él me respondió que éste estaba en casa del squire.
Parécenos oportuno exponer en general la enumeración de los personajes más comunes de los autos sacramentales: El Padre Eterno, el Rey del Cielo, el Príncipe Divino. La Omnipotencia. La Sabiduría. El Amor Divino. La Gracia. La Justicia. La Clemencia. Jesucristo bajo distintas formas, por ejemplo, como el buen pastor, como caballero cruzado, etc.
Palabra del Dia
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