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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Creería que yo me opongo a que bailes con ella. ¡Qué niñería! replicó Amaury. ¿Cómo supones que iría a ocurrírsele idea tan insensata? Tienes razón repuso Magdalena esforzándose para reír. Sería una hipótesis absurda; pero, de todos modos, como que es cosa que entra en el terreno de la posibilidad ha sido una buena idea la que has tenido al pensar en invitarla.

Yo quiero que lo seas. ELECTRA. Así me adorno para divertir a los chiquillos. ¡Si viera usted cómo se ríen! Pues un niño muerto. Así adornan a los niños cuando los llevan a enterrar. PANTOJA. Para simbolizar la ideal belleza del Cielo a donde van. No, no quiero parecer niño muerto. Creería yo que me llevaba usted a la sepultura. PANTOJA. Yo no te entierro, no. Quisiera rodearte de luz.

El médico no pudo contener su risa. ¿Por qué estarán aquí estos tíos?... Las estampas habrían sido pegadas como adorno, sin fijarse en los personajes; ó tal vez serían recuerdos de algún antiguo soldado, cándido y entusiasta, que creería haber servido á las órdenes de caudillos inmortales. El enfermo tenía los ojos cerrados, y respiraba trabajosamente. Su piel ardía.

Si yo no supiese que la filosofia es la mas loca de nuestras vanidades, y la palabra mas vacia de sentido entre todas las inventadas en la jerga de nuestras escuelas, creeria que el secreto del oro, es decir la piedra filosofal tan buscada, se hallaba finalmente en mi alma. Este estado tan lisonjero no puede ser durable, pero ya es mucho el haberlo conocido aunque haya sido una sola vez.

Al recorrer sus anchas y hermosas calles, de aspecto casi monumental, el extranjero no se creería en la capital de un Estado relativamente considerable, en medio de 25 á 30,000 habitantes y en presencia de una corte. Tal es el silencio que reina en todas partes, la tranquilidad en que se ven todas las cosas, la seriedad de las gentes.

Cualquiera creería que eres viuda, y tu marío está a estas horas tan campante, preparándose para la corría, güeno y sano como el propio Roger de Flor. ¡Qué tontunas! Carmen apenas almorzó, mostrándose sorda a los elogios que tributaba su cuñado al cocinero del establecimiento. Por la tarde, su resignación volvió a desvanecerse.

¡Hijos míos! gritaba el fraile , soy un religioso de San Juan enviado por el superior; ¡piedad en nombre de Cristo! ¡piedad! Y se agarraba a las agudas puntas de la roca. Esto quiere decir balbuceó el filósofo recibiendo una segunda y mortal herida que si yo hubiera de creer en algo, no creería ni en Dios ni en el diablo, porque he llamado a los dos... y... y...

»Pensando en lo delicada y endeble que es tu constitución, siempre creería verte enferma, o amenazada de estarlo. ¿Quién podría decirte a todas horas: Mira, Magdalena, que ese sol del mediodía quema demasiado. Mira, que esa brisa nocturna es fría con exceso. Magdalena, cúbrete la cabeza con un velo. Magdalena, échate un chal sobre los hombros? »No; nadie te hablará así.

Creía estar soñando. «¿Es realidad? ¿Es ilusióndecía para . «Si no fuera por el testimonio irrecusable de ese par de botas, tan mías y tan ajenas a como las excrecencias callosas de mis pies; si no fuera por ese hecho flagrante que me pone en contacto con la realidad objetiva, creería que lo visto y oído eran entelequias de mi razón adormecida y ofuscada.

Sus baluartes, sus defensas exteriores, sus medias lunas se recortan en zig-zag sobre una meseta rocosa; vistos de lejos, cualquiera creería poder franquear los muros de un salto; pero, al llegar, se descubre el foso, de cien pies de ancho y de una profundidad de treinta, y, enfrente, las obscuras murallas cortadas a pico. Aquello detiene a uno bruscamente.

Palabra del Dia

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