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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Carmen se asomó a mirar. Allí estaba Fernando, esbelto, seductor, con su cara pálida y fina, su bigote negro, sus ojos endrinos y soñadores. Tenía despejada la frente, rizo el cabello obscuro, y sensual la boca, sonreidora y correcta. Entró el viajero en el zaguán, y quedóse la muchacha fascinada, dudando si en efecto sería aquel Fernando Alvarez de la Torre hijo de doña Rebeca.

La tenue de las mujeres, aun en aquellas que un no qué vago revela a ojos experimentados pertenecer al gremio tan característicamente llamado en Francia de las horizontales, es siempre correcta y digna. La máscara caerá al pisar la puerta de calle; pero todo hombre puede pasearse con su mujer o sus hijas sin temor de presenciar escenas escandalosas.

Recibiré, pues, a Francisca... Qué penoso momento... Con tal de que tenga valor... 28 de marzo. He visto a Francisca y he tenido con ella una escena muy dura. La abuela me había suplicado tanto que me dominase, y tan vigorosamente me había sermoneado el padre Tomás, que estuve casi correcta. Francisca entró un poco desconcertada. Evidentemente tenía conciencia de su mala acción.

Allá a la postre también D. Bernardo, sus hijos y su yerno comprendieron que hasta desde el punto de vista estético hacía falta en la familia quien representase la indisciplina, algo que formase contraste y rompiese la monotonía de aquella vida correcta.

Estas bases no eran otras que la religión, la propiedad y la tradición. Hablaba con autoridad, en un tono sencillo y persuasivo, con palabra atildada y correcta. El auditorio le escuchaba atento, sumiso, convencido de que era el Espíritu Santo quien por boca del venerable sacerdote les ordenaba tener mucho cuidado con la tradición, con la religión, y sobre todo con la propiedad.

Pasó Pedro el primer período del luto cazando en los Genets y regresó a París hacia fin de octubre instalándose en el hotel de la calle Varennes, que perteneció a su tía, pero conservando al propio tiempo su entresuelo del bulevar Malesherbes, detalle que hacía sonreír a las señoras... Fue el marqués, aun en los tiempos de su relativa pobreza, personalidad muy buscada en el alto mundo parisiense por cuanto su gracia caballeresca, su dignidad personal, su galantería discreta, hicieron de él el prototipo de la más correcta distinción.

Su entusiasmo y su dolor ignoran la manera correcta de manifestarse: «¡Nombre de Dios, qué mozo!... Y pensar que estos son los que mueren, y quedamos nosotros, señora, que no servimos para nadaVuelvo á pasar ante la puerta abierta. El viejo se ha sentado junto á la gran dama, que llora en silencio.

Señora prosiguió la señorita de Sardonne con el mismo tono de correcta urbanidad ; la circunstancia que usted tuvo a bien prever y desear con respecto a , se presenta hoy. ¡Ah! Y vengo a rogarle que acoja con benevolencia la súplica que... para honor mío, no tardará en presentarle el señor Jacques Fabrice. ¿Te pide en matrimonio Fabrice? , señora.

Fina y correcta como su esposo, elegante por naturaleza y educación, desdeñosa como él para con las gentes vulgares y ordinarias, la señora doña Gabriela poseía el rarísimo don de hacerse amar de todos, sin que para ello empleara lisonjas y lagoterías. Lujosa sin ostentación, elegante sin pretender atraerse las miradas de los demás, fina sin charla zalamera, para todos tenía una palabra cariñosa.

Como todos los días, se presentaron aquella mañana cuestiones turbias que el Provisor acostumbraba resolver como por máquina, con el criterio de su ganancia, con habilidad pasmosa, y con la más correcta forma, con pulcritud aparente exquisita. «, ; eso era él; y no había que hacerse ilusiones, ni buscar nueva manera de vivir. Debía estar satisfecho y lo estaba».

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