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Actualizado: 14 de junio de 2025
La humillación de ver al último varón de su raza reducido a estado relativamente precario por tan largo espacio de tiempo, era para ella prueba penosísima, pero la sola idea de verse obligada a vender su casa de la calle Varennes o sus bosques de los Genets, presentábase a su imaginación cual rasgo de rematada locura, y, en su afán de conciliar sentimientos tan contradictorios, dio en la idea de mejorar la suerte del marqués por el único expediente posible, que era casarlo con una rica heredera.
Pasó Pedro el primer período del luto cazando en los Genets y regresó a París hacia fin de octubre instalándose en el hotel de la calle Varennes, que perteneció a su tía, pero conservando al propio tiempo su entresuelo del bulevar Malesherbes, detalle que hacía sonreír a las señoras... Fue el marqués, aun en los tiempos de su relativa pobreza, personalidad muy buscada en el alto mundo parisiense por cuanto su gracia caballeresca, su dignidad personal, su galantería discreta, hicieron de él el prototipo de la más correcta distinción.
Todos los días sería demasiado fatigoso para usted... porque nosotros vamos a vivir en la calle Monceau, y es un poco lejos de su horrible calle Varennes. Perdón, señorita, pero, además del hotel de la calle Varennes, conservo el entresuelo del bulevar Malesherbes. ¿Para qué, amigo mío? Para tener el honor de continuar siendo vecino de usted. ¡De veras!... ¡si usted supiera cómo me divierte eso!
Pocas fechas corrían desde que la señora de Montauron se había reinstalado en París y en su hotel de la calle Varennes, ocupando el sobrino su antiguo elegante entresuelo del bulevar Malesherbes, mansión no lejana del palacete en que respiraba Mariana de La Treillade.
Palabra del Dia
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